Adiós a Umberto Eco

Umberto Eco falleció ayer, a la edad de 84 años. Nos queda su obra. No la desaprovechemos. / Imagen: Wikipedia

Eco: ora ocurrente, ora genial

 

Xavier Massó_editedXavier Massó / x.masso@catalunyavanguardista.com

Se nos ha ido un referente que nunca dejará de serlo. Confieso no haber leído Apocalípticos e integrados, su ensayo más famoso. Una obra que, de tanto que dio a hablar, hasta a veces puede uno tener la falsa impresión de haberla leído. Sí leí otra menos conocida, Kant y el ornitorrinco, una compilación justificada, según el propio Eco, a partir de la respuesta a la pregunta ¿qué tienen en común Kant y un ornitorrinco? Nada.

Sus novelas las he seguido puntualmente, casi todas, desde que descubrí, en los ochenta, El nombre de la rosa, que me fascinó: una obra detectivesca en el contexto medieval de principios del siglo XIV, con el trasfondo del conflicto entre güelfos y gibelinos, entre el Papado de Avignon y el emperador, entre franciscanos y dominicos, entre todos los anteriores y las recurrentes herejías teológico-sociales que recorrieron aquella convulsa época. Y entre debates teológicos, políticos y sociales, un misterioso libro que desencadena una serie de asesinatos: el supuestamente perdido segundo libro sobre la comedia, de Aristóteles, cuyo único ejemplar se encuentra en la biblioteca de la abadía; un tratado en el cual el estagirita glosaba la risa; algo intolerable en los austeros y rigoristas tiempos que corrían. La película, aun con un argumento inevitablemente simplificado, fue también excelente… A pesar de la crítica del El País, que la puso a caer de un burro. Afortunadamente, funcionó el boca-oreja, con las debidas prevenciones de confidencialidad y discreción, por ser anatema en aquellos tiempos oponerse al catecismo «progresista» oficial; como siete siglos antes en la novela, por cierto, y fue también un éxito.

Mención especial merece Construir al enemigo, una magnifica recopilación de escritos, la mayoría conferencias y ponencias

Con El Péndulo de Foucault creo que desaprovechó una magnífica oportunidad, a pesar de ser una obra interesante. Fue su mayor aproximación, salvando las distancias, a bodrios que luego hicieron escuela, como el Código da Vinci y tantos otros sobre templarios, griales, priorales y demás conspiranoicos. Me pareció genial La isla del día antes, que no tuvo, ello no obstante, la buena acogida que, en mi opinión, merecía. Y, en fin, bueno, El cementerio de Praga, Baudolino, El número cero (su última novela), una brillante crítica sobre el periodismo contemporáneo

Mención especial merece Construir al enemigo, una magnifica recopilación de escritos, la mayoría conferencias y ponencias, agrupadas bajo el título de la primera. Con respecto a ésta, Construir al enemigo es un lúcido y revelador análisis sobre cómo los sistemas diseñan y definen al rival, al otro, al enemigo, para mantener su propia cohesión y la posición de poder de las élites. Debería, en mi opinión, ser de lectura obligatoria en los institutos; muy especialmente, y por los tiempos que corren, en nuestra piel de toro.

Umberto Eco falleció ayer, a la edad de 84 años. Nos queda su obra. No la desaprovechemos.

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