Barbarroja

Baba Aruj. Retrato del corsario Baba Aruj. Aruj, también conocido como Baba Aruj o Barbarroja / Wikimedia

Tal día como hoy… 4 de septiembre de 1535 la flota de Barbarroja saqueaba la ciudad de Mahón

 

El 4 de septiembre de 1535 la flota de Barbarroja saqueaba la ciudad de Mahón (isla de Menorca) y capturaba un gran botín y numerosos cautivos. Fue uno más de los numerosísimos episodios de saqueo protagonizados por esta enigmática figura que, como pirata, fue sin duda el más temible del Mediterráneo, y como marino, probablemente el almirante más hábil de su tiempo.

CV / Sobre los orígenes de Barbarroja se ha especulado distintas versiones. Según algunas, se trataba de un cristiano renegado que, junto con su hermano, se convirtió al islam y se puso al servicio del sultán otomano Suleimán I. Según otra, más verosímil, nació en la isla de Lesbos, hacia el año 1475, hijo de un señor feudal otomano y de una esclava cristiana griega.

Sobre los orígenes de Barbarroja se ha especulado distintas versiones

El Imperio Otomano dominaba en aquellos tiempos el Mediterráneo oriental y su influencia se extendía hasta las costas norteafricanas del occidental, desde cuyas bases los corsarios realizaban frecuentes razias en todo el litoral italiano y del Levante español, capturando barcos, saqueando ciudades y tomando cautivos por los cuales se exigía luego un rescate o se los convertía en esclavos. La tradición de la piratería berberisca –llamada así por tener sus bases en las costas bereberes, aunque eran mayoritariamente turcos y árabes- se remontaba a siglos anteriores, pero tuvo su momento de mayor auge durante el siglo XVI, coincidiendo con los tiempos de apogeo del Impero Otomano y del propio Barbarroja.

En tiempos de guerra declarada, estos corsarios luchaban con la armada otomana del sultán –el propio Barbarroja llegó a ser el almirante en jefe de la escuadra otomana-; en los de paz o guerra no declarada, ejercían el corso. Con estos procedimientos se aseguró el dominio turco del Mediterráneo hasta la batalla de Lepanto en 1571. Luego, la piratería berberisca fue decayendo, pero siguió existiendo de forma significativa hasta la segunda mitad del siglo XVIII, cuando fue liquidada por los ingleses. Aun así, subsistió a menor escala. Ya no podían atacar y saquear ciudades, pero todavía muchos armadores europeos pagaban un tributo a cambio de no ver atacados sus barcos en las costas de las actuales Libia, Argelia y Marruecos. En este sentido, son de destacar las dos «guerras berberiscas» que lo EEUU mantuvieron con las ciudades autónomas de Trípoli, Argel y Túnez, entre 1801 y 1815. Fue la primera intervención de los EEUU fuera de su territorio y se produjo por la captura de barcos y tripulantes americanos que no habían pagado tributo. Los americanos enviaron una flota y los marines desembarcaron en estas ciudades. Obligaron a sus gobernadores a pagar una indemnización y a liberar a los cautivos americanos y europeos; más de diez mil. Con esto, se puso fin a estas prácticas chantajistas que llevaban siglos ejerciéndose.

Pero en los tiempos de Barbarroja las cosas eran distintas. No fue la única vez. En 1545, un año después de que Carlos V y Suleimán I hubieran firmado la paz, Barbarroja reapareció de nuevo por Mahón y la saqueó por completo de nuevo.

El saqueo de Mahón se llevó a cabo con una flota de cincuenta galeras

Esta fue su última acción de piratería. Después se retiró a Estambul, donde murió un año después, en 1546, rodeado de honores y riquezas. Fue enterrado en un mausoleo en Besitkas, al lado del Bósforo, en el lado europeo de la capital turca. Se convirtió en una tradición que la marina otomana realizara ofrendas ante mausoleo antes de emprender alguna misión; tradición que ha mantenido la actual armada turca. Antes de morir, Barbarroja dictó sus memorias, que se conservan en cinco volúmenes en el Museo Topkapi de Estambul y en la biblioteca de la Universidad de esta misma ciudad.

En todo el litoral mediterráneo, la presencia de la piratería durante siglos llevó a las poblaciones poco importantes y no fortificadas a situarse lejos del mar, en algún promontorio que permitiera ver aparecer las velas de los barcos piratas en el horizonte y que diera tiempo a evacuar. Con la caída de la piratería en el XVIII, la población se empezó a instalar cerca del mar, constituyendo asentamientos dedicados, por lo general, a la pesca. La presencia de dos núcleos poblacionales en un mismo municipio, uno más al interior, de antigua tradición agrícola, y otro costero, pesquera, es aun hoy perceptible en muchos pueblos del Mediterráneo español e italiano.

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