
Tal día como hoy… 7 de diciembre del año 43 aC era asesinado Cicerón
El 7 de diciembre del año 43 aC era asesinado en Formia, cerca de Roma, Marco Tulio Cicerón, por orden del triunviro Marco Antonio. Político, escritor y filósofo, además de brillante orador, Cicerón fue el último romano republicano y una de las mentes más brillantes de su tiempo. Está considerado el mejor de los escritores en latín clásico y fue uno de los introductores de la cultura griega en Roma.
CV / Había nacido en Arpino (Lacio) el año 106 aC, en el seno de una familia de origen plebeyo que había ascendido a la orden ecuestre. El origen de su cognomen –Cicero significa garbanzo- proviene, según Plutarco, de un antepasado suyo que habría tenido la nariz de forma parecida a la de esta legumbre, aunque bien podría ser también que su familia se dedicara a comerciar con garbanzos. Sea como fuere, fue enviado a Roma para estudiar Retórica con los grandes maestros del momento, adquiriendo una sólida formación intelectual. Sirvió en el ejército durante las guerras sociales (91-88aC) y en la guerra civil entre Mario y Sila, y 88-87aC.
Fue enviado a Roma para estudiar Retórica con los grandes maestros del momento, adquiriendo una sólida formación intelectual
En el año 79, pronunció un discurso en defensa de Roscio, un perseguido por el dictador Sila –Pro Roscio Amerino-, con tanto éxito que consiguió que el tribunal liberara a Roscio. Para evitar la venganza de Sila, optó por marchar a Grecia durante dos años. Allí tomó contacto con el universo intelectual griego, que le impresionó, y conoció a los grandes pensadores griegos del momento, básicamente escépticos, eclécticos y estoicos. Trabó amistad con Ático, con quien mantuvo correspondencia durante el resto de su vida.
Empezó su carrera política en el 75 aC con el grado de cuestor en Sicilia. En el 63 aC fue elegido cónsul, imponiéndose a Catilina, contra cuyas conspiraciones escribió y pronunció Cicerón sus célebres Catilinarias, que comenzaban con la pregunta “Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? -¿Hasta cuándo, Catilina, seguirás abusando de nuestra paciencia?– frase que se convirtió luego en una cita célebre; como también O tempora o mores -¡Oh tiempos, oh costumbres!-
Convertido en un dignatario respetado en el Senado por su brillante y mordaz oratoria, se convirtió en algo así como la «conciencia» de la República, en unos tiempos en que ésta había entrado definitivamente en barrena. Se mantuvo al margen del primer triunvirato, constituido por Craso, Pompeyo y César, aun entendiendo que era un mal menor. Pero a la muerte de Craso y el estallido de una nueva guerra civil, esta vez entre César y Pompeyo, osciló entre uno y otro. De Julio César admiraba su capacidad de gobierno, pero temía su propensión al autoritarismo. A Pompeyo le unía su defensa del Senado y las leyes tradicionales de la República, pero era muy consciente de sus limitaciones intelectuales. Al final, optó por Pompeyo.
Convertido en un dignatario respetado en el Senado por su brillante y mordaz oratoria, se convirtió en algo así como la «conciencia» de la República
Tras la victoria de César, Cicerón se refugió en su villa de Pozzuoli –cerca de Nápoles-, con la intención de apartarse de la política activa. Aun así, terció en la disputa política entre César y el pretor Catón, escribiendo un panegírico en el que calificó a Catón como «el último republicano». César le replicó con el ‘Anticatón’, un compendio de acusaciones contra Catón. Cicerón entendió entonces que César no era el tirano cuartelero que había imaginado, sino que se las había con alguien culto e ilustrado. Alabó el estilo literario de César y calificó su polémica con él de «duelo entre iguales». César se lo agradeció visitándole en su villa, con una famosa cena en la cual solo se discutió de temas culturales y literarios. Fue su reconciliación personal, que no política.
Pero Cesar fue asesinado al año siguiente, en el 44 aC, y las cosas se complicaron para Cicerón. Le tocó liderar el Senado y tratar de encauzar una situación que se complicaba por momentos. Las veleidades golpistas de Marco Antonio, albacea testamentario de César, eran evidentes. Para contrarrestarlo, Cicerón propuso el perdón para los asesinos de César, a la vez que situaba al sobrino de éste, Octavio al frente de la guarnición de Roma.
La cabeza y la mano derecha de Cicerón fueron expuestas públicamente en la Rostra del Foro, la tribuna desde la cual Cicerón había pronunciado sus famosos discursos
La maniobra le salió mal. Octavio apreciaba a Cicerón, pero optó por el pragmatismo y constituyó el segundo triunvirato con el todopoderoso Marco Antonio –el auténtico dueño de la situación- y un inane Lépido, al que muy pronto se sacaron de encima. Pero Marco Antonio no estaba dispuesto a transigir con Cicerón y ordenó su asesinato. Enterado Cicerón, dispuso su huida, pero fue sorprendido en plena calle y acuchillado por los sicarios enviados por Marco Antonio. Octavio tuvo que envainársela.
La cabeza y la mano derecha de Cicerón fueron expuestas públicamente en la Rostra del Foro, la tribuna desde la cual Cicerón había pronunciado sus famosos discursos. Según cuenta Dion Casio, la esposa de Marco Antonio, Fulvia, tomó la cabeza y le arrancó la lengua, atravesándola con los alfileres que utilizaba para su peinado.