Cristóbal Colón

Tras regresar de su primer viaje a América / Créditos: Alejo Fernández (1475-1545) – Photo by historian Manuel Rosa

Tal día como hoy… 3 de abril de 1493, Cristóbal Colón era recibido en Barcelona por los Reyes Católicos

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El 3 de abril de 1493, Cristóbal Colón era recibido en Barcelona por los Reyes Católicos tras regresar de su primer viaje a América. La audiencia fue, según algunas versiones, en el Saló del Tinell –en el Palacio Real Mayor-, según otras, en el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra, en Badalona. Donde quiera que fuese, allí les relató a los monarcas que había encontrado la ruta de las Indias por el oeste, a través del Atlántico. Pero no eran las Indias…

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CV / Según todo parece indicar, Colón no pensó en ningún momento haber dado con un nuevo continente, América. ¿Pero cómo es posible que un curtido navegante como él pudiera pensar que había arribado a las proximidades de la costa china? Para entenderlo, debemos situarnos en el contexto histórico en el cual se produjo este primer viaje y las razones que indujeron a llevarlo a cabo.

Según todo parece indicar, Colón no pensó en ningún momento haber dado con un nuevo continente, América

Las conquistas otomanas en la primera mitad del siglo XV ponían cada vez más difícil el comercio con Oriente a través de la ruta terrestre establecida por Marco Polo dos siglos antes. Con la caída de Constantinopla en 1453, la ruta quedaba bajo el monopolio otomano. La única ruta alternativa era por mar, bordeando África hasta el Índico, y remontando desde allí hasta la India.

El reino de Portugal llevó a cabo durante todo el siglo XV un proyecto destinado a establecer esta ruta marítima. Para ello era indispensable disponer, no solo de tecnología náutica y cartografía precisa, sino también de bases costeras que permitieran el reaprovisionamiento durante la travesía. La ruta por el Atlántico hasta el Cabo de Buena Esperanza se configuró como lo que algunos estudiosos denominaron el «8» portugués, por la forma de ocho que trazaban en el mapa las rutas de ida y vuelta, siguiendo la dirección de los vientos en los hemisferios norte, en el sentido de las agujas del reloj, y sur, en sentido contrario.

La ruta por el oeste se consideraba inviable, pero no porque se pensara que la Tierra fuera plana y al final hubiera un abismo que engullía a los barcos que hasta allí se aventurasen, sino por razones técnicas muy fundamentadas sobre las cuales, precisamente quien andaba errado era Colón, de creernos su versión. La esfericidad de la Tierra era conocida desde muy antiguo. Eratóstenes había determinado en el siglo III a.C. su perímetro con un error de 70 km. sobre las estimaciones actuales. Un siglo después, Posidonio había hecho sus propias mediciones, resultando una Tierra sensiblemente más pequeña que la real. En otras palabras, de estar en lo cierto Posidonio, la costa asiática estaría donde se encuentra en realidad América.

La versión «oficial» durante la Edad Media fue la de Posidonio, al ser la adoptada por Tolomeo. Pero en el siglo XV estaba ya desacreditada por las mediciones de arco de meridiano a partir de la determinación de la latitud, muy especialmente por parte de los portugueses, que navegaban desde Islandia hasta el sur de África. Si Colón pensaba que Katai estaba donde en realidad está Cuba, entonces es que trabajaba con las medidas de Posidonio. Y suerte tuvo de topar con América; de lo contrario nunca se hubiera sabido nada más de él: le quedaba todo el Pacífico por recorrer.

En 1494, solo dos años después del primer viaje de Colón, España y Portugal se repartieron en el Tratado de Tordesillas las rutas de navegación Atlánticas

Pero tampoco esto está tan claro, máxime si tenemos en cuenta que durante su estancia en Portugal, había llegado hasta Islandia y las Azores. Por otro lado, si nos atenemos al «8» portugués, los navíos rumbo al sur de África seguían los vientos hasta Cabo Verde y de allí hacia el oeste para virar de nuevo hacia el sureste no muy lejos de las costas de Brasil. No parece descabellado que algún buque portugués desviado avistara las costas brasileñas y que, por lo tanto, los portugueses supieran que había «algo» que, ciertamente, no eran las Indias. Y acaso Colón también.

De una cosa no hay duda. En 1494, solo dos años después del primer viaje de Colón, España y Portugal se repartieron en el Tratado de Tordesillas las rutas de navegación Atlánticas. Los portugueses demostraron unos conocimientos cartográficos sorprendentemente precisos para no conocer el continente americano: se aseguraron la posesión de Brasil. Y tampoco es cosa de creer en las casualidades.

Sabemos que Colón topó con América, camino de unas Indias a las que jamás hubiera llegado, y menos aún regresado. Sabemos que sabía cómo llegar y cómo volver; hacia el sur hasta las Canarias y hacia el oeste, la ida; por el norte hasta las Azores, la vuelta. Y hay una cosa más que sabemos, y es que no sabemos qué sabía exactamente Colón, aunque hay indicios para pensar que más de lo que decía saber.

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