¿Demasiadas vacaciones en verano?

Imagen de Paul Stachowiak en Pixabay

El fin de curso nos trae el periodo vacacional más largo y caluroso de todo el curso, el verano azul. Éste sirve para reducir la ansiedad estudiantil, evadirles de tanta memorización y tener nuevas experiencias fuera del aula. Pero tres meses de vacaciones pueden ser muy perjudiciales para sus estudios sino se rigen por rutinas diarias entre diversiones y obligaciones.

 

David Rabadà | Catalunya Vanguardista @DAVIDRABADA

Si quienes tienen dificultades pierden ciertas rutinas, les va a costar encajar el próximo curso académico. Durante las vacaciones el chaval no necesita descanso con los estudios, necesita olvidarse un poco de ellos con un cambio de actividad, una desconexión parcial. Yo les recomendaba a mis bachilleres que encontraran un trabajo para potenciar su aprendizaje en derechos y obligaciones. Insistía que tal práctica estimulaba su socialización con otros adultos.

<< El estío, resulta un periodo altamente importante para que experimentéis relaciones sociales en persona, no sólo por Facebook >>

Claro que algunos expertos argumentan que las vacaciones estivales devienen demasiado largas. A menudo muchas voces rugen en contra de las vacaciones veraniegas. Estos expertos afirman que son excesivas, que deberíamos recortarlas. En mis más de veinte años de experiencia veo tres argumentos para dejar el calendario escolar tal como está. Las razones que apoyan la actual agenda son las horas lectivas europeas, nuestro clima y el fracaso escolar extraescolar.

Yo les recomendaba a mis bachilleres que encontraran un trabajo para potenciar su aprendizaje en derechos y obligaciones. Insistía que tal práctica estimulaba su socialización con otros adultos

La primera razón para no cambiar las cosas es que nuestro país imparte muchas más horas de clase que la media europea, unas 1050 al año. Es decir, nuestro estado ostenta uno de los mayores horarios y fracaso escolares europeos mientras Estonia y Finlandia lucen su éxito escolar con un veinte por ciento menos de horas educativas y menos años de escolarización que en nuestro país. Es decir, los modelos finlandés y estoniano resultan buenos, bonitos y baratos. Añadamos que en Estados Unidos han observado que el estrés de los alumnos no viene causado por más o menos horas lectivas sino por el exceso de actividades extraescolares, algo que implica simplemente que nuestros estudiantes requieren menos horas de clases y más descansos bajo atención familiar. Por tanto, y en cuanto a vacaciones, o todos los estados europeos y americanos lo hacen mal o el nuestro se excede en sesiones de paraninfo.

La segunda razón, la climática, nos explica que concentremos en verano el mayor grueso de las vacaciones. En caso contrario significaría impartir clases en julio bajo la necesidad de un buen aire acondicionado, algo nada ecológico, económico, ni sostenible. Alargar el horario escolar durante el verano sería un suicidio dada la sauna que se armaría entre adolescentes y sus hormonas. Nuestro clima hace siglos que nos marca el calendario lectivo y ahora todavía más con el asunto del calentamiento global. De hecho la ley laboral indica que no se puede trabajar por encima de los 27 grados centígrados, pero en junio les aseguro que rebasamos los 30 en clase.

La tercera razón para no extender el horario escolar en verano es que el 99 por ciento de los alumnos problemáticos se origina en el seno de familias con falta de atención en el hogar. Si un día existiera un manual de educación una cosa fundamental constaría en él, hay que dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos. La razón es que la mayoría de los alumnos que no reciben atenciones desde su hogar fracasan en los estudios y en su madurez, es decir, si los padres no saben o no quieren preocuparse por la enseñanza de sus hijos, éstos a menudo se hunden. Los zagales necesitan muchas horas de dedicación en casa. El problema real, por tanto, no son más horas de colegio sino la baja atención de muchas familias hacia sus hijos. En ello hay padres que no quieren y otros que simplemente no pueden.

Educar es dedicar tiempo a nuestros hijos sin exceso de mimos pero con justicia y cariño; educar es dirigirlos e incentivarlos hacia su autonomía y madurez

La hipoteca por una vivienda cuyo precio cuesta pagar, la crisis económica o un consumismo extremo, les obliga a trabajar todo cuanto pueden restando tiempo familiar. Educar es algo más que tener a unos chavales en un colegio o alargar el horario escolar para que los centros hagan el papel de hogar familiar. Educar es dedicar tiempo a nuestros hijos sin exceso de mimos pero con justicia y cariño; educar es dirigirlos e incentivarlos hacia su autonomía y madurez. Los padres deben prepararles para la vida pero desgraciadamente muchos les solucionan todo en la vida.

En fin, el problema no es aumentar las horas a mis alumnos sino facilitar a los padres mayor tiempo con ellos gracias a políticas de conciliación laboral, algo que en Estonia y Finlandia se aplicó con un éxito educativo clamoroso. Eso pasaría por viviendas a precios razonables, ayudas a familias sin recursos, avisos a los progenitores desatentos y horarios laborales adaptados a la realidad familiar. Menuda utopía, ¿no?

Este artículo forma parte de una serie titulada “Fracaso escolar o fracaso político“, a cargo de nuestro colaborador, David Rabadà.

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