Algunos expertos proponen que ya hemos comenzado una nueva época geológica. El argumento es que con la llegada de la Revolución Industrial y su contaminación, la humanidad está cambiando todos los ecosistemas y los regímenes de sedimentación en el registro geológico, incluso hasta el clima global.
David Rabadà | Catalunya Vanguardista @DAVIDRABADA
Así pues, y con tantos impactos y alteraciones sobre el medioambiente, son muchos los que afirman ver el inicio de un Antropoceno, aunque algunos, y coloquialmente, lo llamen “mierdoceno”.
Pero la pregunta clave sería, ¿cuándo comenzó el Antropoceno? Normalmente, y tal como hemos expuesto esta Evolución en la Tierra, los cambios de épocas geológicas han sido definidos en base a grandes extinciones masivas y/o cambios ambientales globales, hayan sido estos graduales o súbitos.
La pregunta clave sería, ¿cuándo comenzó el Antropoceno?
Pongamos por caso el paso de una atmósfera reductora a una oxidativa durante el Proterozoico (ver: El Proterozoico, una atmósfera inhalable), o las grandes extinciones del Ordovícico, Devónico, Pérmico, Triásico, Cretáceo y demás que hemos ido detallando. Esos cambios permitieron a los geólogos dividir esta Evolución en la Tierra en capítulos más o menos acertados. Por lo tanto para definir con solidez al Antropoceno necesitamos un cambio global que condicione gran parte de la futura historia terrestre. Y parece ser que lo humano lo está logrando ya que su plaga sobre el planeta está ocasionando una extinción gradual entre la gran mayoría de grupos antecedentes.

En cierto modo estamos viviendo una nueva extinción masiva. Pero ¿cuándo comenzó ésta? Existen tres candidatos en el tiempo. El primero durante los últimos 20.000 años cuando los cazadores nómadas, y habiendo reducido significativamente las grandes faunas del Pleistoceno como mamuts, rinocerontes, caballos, bueyes almizcleros y otros grandes mamíferos, comenzaron a experimentar con la agricultura y la ganadería hace más de 11.000 años.
Así pues con el aumento de la población sapiens por todo el planeta, más la extinción de las grandes faunas del Pleistoceno, dio comienzo nuestro Antropoceno mientras los últimos mamuts se escondían por el Ártico ante la quema y desforestación de los nuevos campos de cultivo neolíticos. El último mamut no pasó de los 4.000 años de antigüedad mientras en Egipto elevaban pirámides.
En el comienzo de la Revolución Industrial fue cuando la humanidad comenzó a impactar significativamente todo el planeta. Pero, ¿en dónde poner el inicio de ésta?
Pero para otros expertos este cambio no ostentó suficiente rapidez ni energía como para considerarlo el inicio consistente del Antropoceno. De hecho el Neolítico se extendió paulatinamente desde Oriente Próximo hacia el este y el oeste durante un proceso gradual que duró varios miles de años, e incluso evolucionó por separado más tarde en otras partes del mundo y durante épocas medievales europeas. Si a ello sumamos que la roturación de bosques durante el Neolítico provocó sólo una alteración local de la biodiversidad nos daremos cuenta que esta fecha, el inicio del Neolítico, no gusta a la mayoría de antropocentristas. Por ello propusieron otro momento más fácil de determinar y más reciente, el inicio de la Revolución Industrial.

A partir de entonces, y con la quema de grandes cantidades de hidrocarburos, fue cuando la humanidad comenzó a impactar significativamente todo el planeta. Pero, ¿en dónde poner el inicio de ésta? En el siglo XVIII cuando apenas Gran Bretaña la iniciaba, o en XIX cuando la Revolución Industrial se extendía por Norteamérica y Europa, o quizás en el XX y XXI cuando los niveles de dióxido de carbono han aumentado desde unos 300 ppm hasta superar los 400 de la actualidad. En fin la discusión está servida ante esta obsesión de encontrar un límite exacto hasta el último decimal. Todo ello nos hace olvidar que quizás estemos delante de un prejuicio o de un interés buscado y deseado.
Somos nosotros, que al ofuscarnos en ver los límites, no nos damos cuenta que los creamos como una mera abstracción de nuestra mente
Los paleontólogos ordenamos la realidad, los sucesos geológicos, aunque tal clasificación sólo sea una aproximación a los hechos y no la realidad en ella misma. De hecho la frontera entre las épocas geológicas, como también entre las especies biológicas, se nos pixela cuando aumentamos el zoom sobre la frontera. Es decir, la gradualidad y el desorden de la naturaleza devienen tan vastos que no nos permiten llegar al último decimal de nuestras obsesivas clasificaciones. Somos nosotros, que al ofuscarnos en ver los límites, no nos damos cuenta que los creamos como una mera abstracción de nuestra mente. La realidad palpable sigue siempre lejos de nuestros modelos subjetivos.

Aun así, y aceptando todo lo anterior, un tercer grupo de expertos propuso un límite altamente claro y fácilmente detectable para el inicio del Antropoceno, los primeros ensayos nucleares de los años cuarenta. Con tal estrategia se ofrecía un límite fácil de detectar con los actuales medios de datación nucleares y su plena integración durante la expansión y el impacto de la Revolución Industrial global. Vaya, todo un 3 en 1.

Pero al Antropoceno le han salido muchos detractores que lo consideran una obsesión humana que no encaja en absoluto con la magnitud del resto de periodos y épocas geológicas como el Cámbrico, el Pérmico, o el Cretáceo. Estas etapas han durado millones de años mientras que el impacto humano quizás sólo dure unos milenios. De hecho la gran mayoría de épocas y periodos geológicos aquí analizados se hallan entre los 40 y los 80 millones de años, incluso el periodo en donde nos hallamos ahora, el Neógeno, sólo ha alcanzado sus 23 millones de años, si es que no lo cierra ahora el Antropoceno.
Dicho de otra manera, que un nuevo periodo geológico debería ostentar, y en sus bases, algo que garantizase su existencia al menos durante unas decenas de millones de años, y si en ello la especie humana será su principal causa, debo defraudar al lector ya que la mayoría de mamíferos grandes como nosotros sólo duran en la Tierra de unos miles hasta quizás un millón de años. Los fósiles y sus dataciones no mienten, nuestro antropocentrismo emocional sí.
El cambio climático que estamos viviendo e induciendo no se puede equiparar a la extinción de finales del Devónico, Pérmico o Cretáceo
Así, y según estos críticos del Antropoceno, con sólo una explosión nuclear, o con la quema de hidrocarburos durante unos siglos, estamos fuera de escala tanto temporal como de intensidad ante los grandes periodos geológicos. A lo sumo nuestros futuros paleontólogos, geólogos o expertos en nuevas disciplinas, detectarán una bajada en la biodiversidad que empezó hace unos 20.000 años en Australia y luego hace 11.000 en América, Europa y Asia para continuar durante unos miles de años más y recuperarse cuando la plaga humana, y como toda peste, sucumbió. Causas para ello no nos sobran, desde infecciones globales hasta guerras mundiales podrían provocar nuestra aniquilación.
De todas formas, y cuando esto suceda, nuestros futuros científicos deberían hallar buenos registros geológicos de lo ocurrido. En ello la crisis del Antropoceno no alcanzaría la magnitud de las extinciones masivas de periodos y épocas anteriores. Es más, el cambio climático que estamos viviendo e induciendo no se puede equiparar a la extinción de finales del Devónico, Pérmico o Cretáceo. Todo ello, y para zanjar esta Evolución en la Tierra, nos obliga a analizar este calentamiento global y la posibilidad de un Antropoceno verdadero.
Este artículo es la continuación de una serie titulada “Evolución en la Tierra“, a cargo de nuestro colaborador científico, David Rabadà.
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Per mi l’antropocè, comença al Neolític i amb els canvis que originen l’agricultura i la ramaderia, Encar que van ser canvis a petita escala. Si ho medim per la afectació a tot el planeta, llavors em d’agafar com a referència la revolució industrial.