A menudo, y en los mapas geológicos, vemos el Cretáceo simbolizado con la letra K. Este término proviene del término alemán kreidezeit, o tiempo de Creta, en donde este periodo fue definido por primera vez.
David Rabadà | Catalunya Vanguardista @DAVIDRABADA
Con más de 80 millones de años de recorrido es uno de los más largos de esta Evolución en la Tierra. Y por ello sus 145 a 66 millones de años de intervalo los dividiremos en dos secciones, el Cretáceo inferior, de 145 a 100 millones de años, y el superior hasta la gran extinción.
Por lo general todo el Cretáceo ostentó un nivel oxígeno más o menos como el actual mientras el fitoplancton seguía en ascenso en volumen y biodiversidad. La explicación de tal riqueza marina residía en el dióxido de carbono. Este, y durante casi todo el Cretáceo, estuvo por encima de los 1.000 ppm ofreciendo mucho carbono para la fotosíntesis del fitoplancton, de ahí su gran proliferación. Pero tal exceso de dióxido produjo un intenso efecto invernadero propiciando extensas franjas tropicales, grandes plataformas carbonatadas y la escasez de casquetes en los polos.
Por lo general todo el Cretáceo ostentó un nivel oxígeno más o menos como el actual mientras el fitoplancton seguía en ascenso en volumen y biodiversidad
De hecho sobre ellos transcurría un clima templado y estacionalmente frío. Es decir, todo el Cretáceo devino un vergel que permitió la diversificación de cientos de grupos como los rudistas, las belemnitas, los dinosaurios, sobre todo los ornitópodos bípedos ornitisquios, las cicadales, los anfibios, los “reptiles”, los crustáceos, las amonitas, los braquiópodos, los equinodermos, los foraminíferos y los teleósteos que sustituyeron a otros grupos de “peces” anteriores. Algunos de aquellos seres, como las amonitas, los braquiópodos y los foraminíferos, devinieron excelentes fósiles guía para aproximar la fecha de las rocas donde quedaron preservados. Pero vayamos por partes.
Bajo tanto dióxido de carbono por la atmósfera la vida ostentaba otra ventaja. Si a ello sumamos el clima benigno, era de suponer que los ecosistemas trabajaron a destajo. Y de hecho las ingentes cantidades de carbono facilitaban que muchos organismos marinos lo captaran en forma de calcita. La mayoría de corales, moluscos, equinodermos y otros invertebrados construían sus esqueletos de calcita cuyos restos hoy yacen formando gran parte de las calizas de aquel momento. Es decir, aquellas brutales cantidades de dióxido carbono hoy se hallan atrapadas en el subsuelo.
Al principio del Cretáceo, y hace unos 145 millones de años, la India, y todavía unida en parte a la Antártida y Australia, estaba iniciando su viaje hacia el noreste
Al principio del Cretáceo, y hace unos 145 millones de años, la India, y todavía unida en parte a la Antártida y Australia, estaba iniciando su viaje hacia el noreste. A ello cabía añadir una fuerte subducción entre América y el Pacífico que ya empezó durante el Jurásico. Tal choque estaba provocando la elevación de la cordillera de las Rocosas y de los Andes. En cierta forma, y con tanta tectónica por los mares parece que sus fondos ascendieron y provocaron una subida del nivel mar, lo que se llama una transgresión. Aquel fenómeno global provocó la ampliación de las plataformas marinas y la consecuente expansión del plancton y de sus foraminíferos.
Un poco más tarde, y cerca de los 140 millones de años, la tectónica anterior continuó levantando dorsales oceánicas con el inicio de la abertura del Atlántico sur entre África y Sudamérica. El Atlántico norte, y ya desde el Jurásico, se hallaba entre Norteamérica y Europa como un mar interior que ahora se abría al Pacífico. Eso implicaba que ambas américas yacían separadas una de otra.
En esta época Iberia protagonizó una novedad evolutiva
En esta época Iberia protagonizó una novedad evolutiva. Ésta todavía estaba unida a Europa mientras el Tethys bañaba todos sus litorales orientales extendiendo magnas plataformas carbonatadas. Pero en su parte norte las biotas estaban macerando algo importante. Sin existir allí todavía Los Pirineos, y en una extensión de casi 200 kilómetros, se esparcían amplias planas sedimentarias entre plataformas carbonatadas, litorales mareales y extensos humedales con abundante vegetación hidrófila.
En estos parajes, y entre sus vegetaciones tropicales, proliferaron abundantes insectos, arácnidos, lagartos y mamíferos. También lo hicieron bivalvos, gasterópodos, crustáceos, anfibios, tortugas y peces por entre sus lagos plagados de plantas carófitas, y hasta los dinosaurios evolucionaron entre aquellos humedales. Pero una de las novedades de aquel momento fue el vuelo de uno de los primeros pájaros del planeta.

Del tamaño de un gorrión, con cola y plumas, los dinosaurios ya habían evolucionado hasta el grupo de las aves. Prueba de todo ello fueron unos yacimientos en donde trabajé por los noventa. La localidad de La Pedrera y La Cabrua en los Pirineos nos desveló la biodiversidad que existió durante aquel Berrasiense superior a Valanginiense inferior. Tal hallazgo indicaba que la clase aves tuvo que evolucionar desde el Jurásico superior a partir de saurisquios bípedos y carnívoros, ya que, y como en breve veremos, estos primeros pájaros no poseían pico sino dientes.
Hace unos 135 millones de años un año orbital duraba 377 días, muy cerca de la velocidad actual
Pero aquel Cretáceo inferior seguía dando vueltas bajo intensas mareas que frenaban su rotación. Hace unos 135 millones de años un año orbital duraba 377 días, muy cerca de la velocidad actual. Mientras la apertura del Atlántico sur continuaba y esta vez con grandes actividades volcánicas. Cerca de los 133 millones de años una gigantesca emanación de los llamados basaltos de inundación, cubrieron grandes extensiones en la región de Parana, en el sur del Brasil. Su fluidez por su composición baja en silicatos (toleitas) les confería un ritmo bueno y constante de aporte de magmas. Estos fenómenos a veces se los ha relacionado con grandes extinciones globales pero por el momento no parece el caso.
Ante tal contexto de magmas submarinos y ascenso de los fondos oceánicos, también el nivel del mar seguía manteniéndose elevado. Pero aquella etapa tenía los días contados y llegó el momento que la tectónica del fondo marino dijera basta y comenzara lo contrario, un descenso paulatino del nivel del mar que los geólogos llaman regresión. Y hace unos 130 millones de años comenzó tal proceso en una edad llamada Barremiense.

Durante el mismo la superficie continental, las selvas y los bosques gozaron de gran expansión y con ellas la creación de gran cantidad de suelos rojizos tropicales, las lateritas. De hecho muchos yacimientos de bauxitas actuales se hallan asociadas a aquel momento. De ellas obtenemos metales como el hierro y el preciado aluminio. Pero aquellas forestas no sólo trajeron metales para el presente, también nuevas sorpresas evolutivas romperían antiguos prejuicios científicos.
En la provincia de Liaoning, China, se hallaron mamíferos placentarios de una elevada diversidad y tamaño (ver el Nature de enero de 2005). Es decir, eran los primeros placentarios encontrados que además demostraban que los mamíferos no devenían minúsculas criaturas asustadas por los dinosaurios, sino que su tamaño y diversidad ya era importante en aquellos momentos. Uno de ellos incluso contenía restos de dinosaurio joven en su estómago.
Los mamíferos no eran pequeños organismos asustados por los dinosaurios, sino que eran diversos, del tamaño de un perro, y hasta competidores y depredadores de crías de dinosaurios
Es decir los mamíferos no eran pequeños organismos asustados por los dinosaurios, sino que eran diversos, del tamaño de un perro, y hasta competidores y depredadores de crías de dinosaurios. Por ello debía suponerse que su origen y evolución, y ante tal diversidad, debía remontarse a etapas anteriores. Y de hecho, y según estudios de ADN comparado, los placentarios comenzaron a evolucionar durante el Jurásico superior (ver el Nature de marzo de 2007).
Pero mientras las selvas producían lateritas tropicales y los placentarios se zampaban algún incauto dinosaurio, Iberia volvía ser noticia. Sus extensos humedales aportaban gran cantidad de sedimentos carbonatados gracias a sus lagos, llanos de inundación, planas mareales y plataformas marinas. En estos parajes proliferaron abundantes insectos, arácnidos, crustáceos y “peces” entre sus charcos y lagos plagados de plantas carófitas. Y entre todo aquello más pájaros. Prueba de ello fue la localidad Las Hoyas en la Serranía de Cuenca. Esta nos desveló la biodiversidad que existió durante el Barremiense ibérico. De allí se han extraído distintas aves que también poseían dientes y cola como los hallados en la provincia de Liaoning, China, cerca también de aquellos 130 millones de años.

En fin que con tanto pájaro suelto no era nada extraño que en aquellas épocas se hubieran dispersado un gran número de dinosaurios con plumas. Las aves sólo fueron uno más entre todos ellos y la pluma una estructura compartida. En su conjunto esto nos indica que el origen de las plumas fue muy anterior al Cretáceo. Fue entre dinosaurios bípedos carnívoros del grupo de los saurisquios donde comenzó a evolucionar esta estructura durante el Jurásico superior (ver: El Jurásico y sus inmensos océanos).
Y téngase en cuenta que los temibles dromeosaurios, tiranosaurios y velociraptores de finales del Cretáceo ostentaban plumas aunque los dibujos y maquetas más comunes nos los muestren falsamente con piel de lagarto o cuero elefantino (ver el Science de setiembre de 2007). Y lo de las pupilas rasgadas y verticales a lo víbora es otro error ya que si las aves son dinosaurios, estos debieron tener la buena vista de estas con su pupila redonda y capacidad de ver más colores que los humanos.

Pero zanjado el Barremiense y su gran momento tan continental, tocaba que los mares ganaran otra vez terreno. Hace unos 126 millones de años dio inicio la transgresión de edad Aptiense. Según parece una gran avalancha de la corteza se precipitó hacia el manto provocando un elevado grado geotérmico en muchos puntos del planeta. Consecuencia de ello fue un intenso vulcanismo que parece que hizo aumentar el dióxido de carbono y con él la temperatura media global.
El incremento en 5 grados centígrados de las aguas oceánicas dilató estos provocando una generalizada subida del mar. Se calcula que durante aquel Aptiense los océanos ascendieron cerca de unos 200 metros. Aquello propició una gran diversificación de los “peces” teleósteos y la gran producción de yacimientos de petróleo ante las grandes plataformas recubiertas por nuevos mares ricos en plancton, el precursor de muchos hidrocarburos. También la expansión de fondos anóxicos, y cerca de los 113 millones de años, se dio al final de aquel Aptiense.

Pero en tierra firme seguían las grandes selvas y los bosques tropicales con algo que revolucionó su diversidad para siempre. Hace unos 120 millones de años, y mientras Iberia era una isla entre Europa y África, comenzaron a evolucionar los insectos polinizadores como también los sociales. En fin que una tercera radiación de este grupo sucedió potenciando la expansión y la diversificación de las fanerógamas gracias a sus flores vistosas a polinizar. Cabe recordar que los insectos protagonizaron dos grandes dispersiones más, la primera durante el Carbonífero (ver: El Carbonífero, un hervidero de oxígeno), y la segunda durante el Pérmico (ver: El Pérmico, un periodo que lo cambió todo).
Pero los mares del Aptiense, y después de unos buenos 13 millones de años, terminaron con una etapa de fondo anóxico marino global (ver el Cretaceous Research del 2012, Gaona y otros autores). Poco después los océanos retrocedieron otra vez bajo una nueva regresión. Cerca de los 113 millones de años, y durante el inicio del Albiense esta regresión pareció cambiar nuevamente la vegetación terrestre. Las coníferas y otras gimnospermas comenzaron su declive ante los árboles con flor, las fanerógamas.
La evolución conjunta entre flores e insectos estaba dando alas a las de flores y lastre al resto. La polinización fue sin duda un mecanismo de diversificación de nuevas fanerógamas. Y entre todo aquel matojo de árboles y arbustos las arañas ya tejían sus redes para capturar sus presas. Lo demuestran algunos ámbares de araucarias en Escucha, España, en donde se han hallado tales filamentos (ver el Science de junio de 2006).

El ámbar deviene de las gotas de resina que caían de las coníferas. En algunas ocasiones estas lágrimas atrapaban y conservaban perfectamente insectos, arácnidos y hasta algún pequeño vertebrado. No pasaba lo mismo con organismos de cierto tamaño que la goma no podía englobar. Por ejemplo las serpientes fueron uno de ellos ya que en los suelos de aquellas forestas ya se hallaban muy diversificadas como lo demuestran algunos yacimientos en el Sáhara.
Pero aquel Cretáceo inferior no había visto todavía ninguna gran crisis biológica global. Eso sí lo haría el superior que sufriría varios y tremendos exterminios
Aunque también los pájaros escapaban al ámbar y entre los lagos y humedales vivieron algunos que fosilizaron entre arcillas. Estas fueron unas aves acuáticas, todavía con dientes, que se estaban diversificando por el planeta. Así dieron la prueba los cinco esqueletos hallados en la región de Gansu en China y publicados en el Science de junio de 2006.
Pero aquel Cretáceo inferior no había visto todavía ninguna gran crisis biológica global. Eso sí lo haría el superior que sufriría varios y tremendos exterminios. Era simplemente la antesala de la gran extinción.
Este artículo es la continuación de una serie titulada “Evolución en la Tierra“, a cargo de nuestro colaborador científico, David Rabadà.
Entrega anterior: El Jurásico y sus inmensos océanos (entrega 27)