El Cretáceo superior, la antesala de la extinción

Foto: David Rabadà

El Cretáceo superior fue la antesala de distintas crisis previas a la extinción final. Hay que comprender toda su evolución para sonsacar su hecatombe hace 66 millones de años. Quizás haya que ordenar los hechos cronológicamente para dilucidar que ocurrió al final del Cretáceo. La tesis de un impacto por meteorito como causa de la gran extinción todavía crea graves dudas entre muchos expertos.

 

David Rabadà | Catalunya Vanguardista @DAVIDRABADA

Hace unos 100 millones de años el antiguo mar de Tethys, ya muy reducido, estaba conectado al Atlántico por debajo de la isla de Iberia. Ésta continuaba tímidamente su rotación hacia Europa empujando todos los materiales que iban a levantarse en los Pirineos. Los humedales y plataformas carbonatadas de sus cuencas en breve se hallarían por encima del nivel del mar.

De hecho a inicio del Cenomaniense una fuerte transgresión elevaría el nivel oceánico de manera global. Aquella nueva extensión de los mares animaría a la gran diversificación de las diatomeas y los silicoflagelados. Mientras la India ya se dirigía hacia el norte a una velocidad vertiginosa. Según cómputos tectónicos cada año avanzaba unos 20 centímetros, algo muy rápido en Tectónica de Placas. Probablemente el fondo oceánico, muy activo en aquellos momentos, se elevó impulsando aquella transgresión.

Foto: David Rabadà

Con tanta actividad tectónica también los Andes y las Rocosas seguían su ascenso como futuras grandes cordilleras. Mientras en Myanmar la evolución de las aves daba testimonio de estas como dinosaurios. Así fue que el Science de marzo de 2020 presentaba un pequeño pájaro cuya cabeza se halló inmersa dentro de un ámbar. El ave, del tamaño de un colibrí, pero con dientes, rondaba los 99 millones de años.

Pero no sólo las aves se diversificaban por aquel Cretáceo superior. Cerca de los 95 millones de años unos mal llamados reptiles aún conservaban estructuras ancestrales. Un grupo de investigadores liderado por integrantes del CONICET halló esqueletos de serpientes con patas. Estas eran del género Najash cuyo descubrimiento fue publicado en noviembre de 2019 en la revista Science Advances. Cabe indicar que hasta entonces existían pocos fósiles tan completos y bien preservados.

Pero mientras algunas serpientes todavía conservaban parte de sus extremidades, y cerca de los 93,9 millones de años, entre el Cenomaniense y el Turoniense, hubo una fuerte extinción relacionada otra vez con extensos fondos anóxicos (episodio de Bonarelli). De hecho parece que se repitió el mismo contexto que zanjó la vida a finales del Pérmico (ver: El Pérmico, un periodo que lo cambió todo). Es decir, y en pocos miles de años, un calentamiento global inducido por un intenso vulcanismo con elevados niveles de dióxido de carbono cercanos a los 1.400 ppm, más la pérdida de oxígeno de los océanos, mermó una parte de las biotas de nuestro planeta. En ello se observó una fuerte reducción de las cicadales y de las coníferas más el fin de los reptiles marinos tipo ictiosaurios.

Foto: David Rabadà

También los dinosaurios retrocedieron en su diversidad (ver el PNAS de abril de 2016). Pero todo aquello fue aprovechado por las fanerógamas, plantas con flor y frutos, que se diversificaron en gran medida. Quizás por ello los mamíferos placentarios hallaron un gran momento de dispersión. Entre ellos, los ancestros de los primates, ávidos consumidores de frutas y brotes tiernos de fanerógamas, comenzaron también su evolución. Según datos de ADN comparado estos comenzarían aquí, y cerca de los 90 millones de años, su deambular desde formas muy primitivas y muy parecidas a los insectívoros (ver el Nature de marzo de 2007).

 

La caída de varios mitos

Visto lo anterior sobre los mamíferos parece que un mito sobre ellos resultó falso. Hasta el momento se dijo que gracias a la extinción de los dinosaurios, a finales del Cretáceo, los mamíferos lograron diversificarse en gran medida. Aquel prejuicio ha lastrado gran parte de nuestra comprensión de los hechos reales. Por todo lo descrito por ahora vemos que los mamíferos comenzaron su dispersión mucho antes que los dinosaurios expirasen.

Hace unos 86 millones de años, y mientras los mamíferos se diversificaban sin necesidad de la ausencia de los dinosaurios, la abertura del Atlántico sur empujaba a África hacia el norte pillando de por medio a Iberia contra Eurasia. Aquello propició el inicio del levantamiento de las Béticas, de la cadena Ibérica y de los futuros Pirineos. Y poco después tenemos datos por paleomagnetismo sobre la velocidad de aquella abertura.

Hasta el momento se dijo que gracias a la extinción de los dinosaurios, a finales del Cretáceo, los mamíferos lograron diversificarse en gran medida

Hace unos 81 millones de años el Atlántico sur se abría a unos 3 centímetros por año mientras que el Atlántico norte iba mucho más lento con 1,6. La causa era la distancia al polo de rotación de la placa, a más lejos mayor arco de recorrido y mayor velocidad de extensión del fondo oceánico. Sudamérica, todavía unida a gran parte de África, iba separándose ante un océano en expansión. Por ello, el Atlántico, todavía no se hallaba totalmente abierto de norte a sur.

Alrededor de los 80 millones de años el Tethys se hallaba muy reducido entre Europa y África. Por isotopía del oxígeno se ha detectado, y a partir de entonces, que un suave declive de las temperaturas oceánicas del Tethys fue enfriando sus aguas. Quizás aquello condicionó una disminución en la diversidad de las amonitas marinas o la gran eclosión y diversificación de las angiospermas en tierra. Acompañaban a aquellas plantas los grandes tiranosaurios y los triceratops que también se diversificaban por el planeta.

Los mamíferos comenzaron su dispersión mucho antes que los dinosaurios expirasen

Pero lo más llamativo, y a nivel tectónico, fue que una gran parte de placa continental unida a Australia se desgajó de esta. Hoy en día todavía permanece bajo el nivel del mar cerca de Nueva Zelanda. Este continente de 4,9 millones de kilómetros cuadrados se la ha llamado Zelandia. Mientras, y al otro lado del globo, se aceleraba la tectónica. Hace unos 75 millones de años la subducción entre Norteamérica y el Pacífico aumentó hasta cerca de los 40 millones de años.

Durante esta época se hallaron dinosaurios adaptados al frío en el Antártico y Ártico en donde había seis meses de oscuridad al año. Es decir, otro mito caía. Hasta el momento siempre se había pensado que estos organismos pacían por climas tropicales pero ya hemos dicho que su sangre caliente les permitía adaptarse a gran multitud de latitudes.

Foto: David Rabadà

Otra de las nuevas adaptaciones más curiosas sucedió cerca de los 70 millones de años. A partir de ese momento el número de organismos con conchas espinosas aumentó como también el diámetro de algunas amonitas llegando a dimensiones de más de un metro. Quizás aquellos mecanismos fueran estrategias de defensa ante grandes depredadores como algunos gigantes marinos.

También por aquellos tiempos los bivalvos y sus cónicos rudistas vivieron una gran expansión, estos últimos como artífices de grandes arrecifes. De hecho el clima del Cretáceo mantenía una predominancia de franjas cálidas con excepción de los polos, que frescos, no ostentaban casquetes polares. Sin embargo las regiones del sur asiático, el norte de Sudamérica y el centro de África residían en zonas ecuatoriales, mientras que el norte y sur africano, Asia central, el extremo sur y centro de Sudamérica, el sur de la India y norte de Madagascar lo hacían en franjas tropicales con algunos desiertos desarrollados.

Pero la tectónica tenía una sorpresa preparada. Alrededor de los 67 millones de años comenzó el choque de la India contra Asia para iniciar el monumental Himalaya. Este llegaría a cortar los vientos tropicales alterando en gran parte el clima regional, hasta incluso global del planeta. Pero todo aquello, extinciones anteriores incluidas, iba a ser testimonio de algo inaudito para todos los seres de finales del Cretáceo. En aquel contexto cabía añadir que la imponente cordillera Varisca formada durante el Carbonífero residía bajo mínimos y muy suavizada por la erosión de tantos millones de años.

Bajo todo el contexto anterior, y en una Tierra en donde un año orbital equivalían a 371 días, una gran extinción golpeó el globo hace unos 66 millones de años

Además cabía añadir un momento altamente regresivo para los océanos del planeta mientras el Atlántico se abría de norte a sur. Aquello hizo que los polos se comunicaran por el Atlántico y compartieran grandes corrientes oceánicas que alterarían el clima global. De todas formas, y por mucho que algunos prediquen que la comunicación de los polos por el Atlántico alterara el clima mundial, no se tuvo en cuenta un prejuicio de antes de Colón, que la Tierra no es plana, es esférica. El hecho es que los polos ya estaban comunicados por el océano Pacífico o antigua Panthalassa.

Pero al Cretáceo superior le quedaba su bajada de telón definitiva. Bajo todo el contexto anterior, y en una Tierra en donde un año orbital equivalían a 371 días, una gran extinción golpeó el globo hace unos 66 millones de años. Algo pasó entre prejuicios falaces y ciencia incierta.

Este artículo es la continuación de una serie titulada “Evolución en la Tierra“, a cargo de nuestro colaborador científico, David Rabadà.

Entrega anterior: El Cretáceo, 80 millones de años hacia la extinción (entrega 28)

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