El 12 de marzo de 1986 tenía lugar en España el «referéndum de la OTAN», en al cual se votó la permanencia del país en esta estructura militar –NATO, por sus siglas en inglés-. Las circunstancias de la convocatoria y los cambios de posición al respecto propiciaron un agrio y controvertido debate. Ganó el «Sí» por una mayoría relativamente holgada; un 56,85% a favor, frente a un 43,15% en contra.
CV / La OTAN se había creado en 1949 bajo los auspicios de los EEUU, en plena guerra fría, para hacer frente a la URSS, que replicó con el Pacto de Varsovia. España era por entonces una dictadura apestada e internacionalmente aislada por sus afinidades y connivencias explícitas con el Eje durante la II guerra mundial. Era además un régimen furibundamente de anticomunistas, y aunque de nula relevancia militar, tenía una cierta importancia geoestratégica en el contexto de la guerra fría.
Con la muerte del dictador y la restauración de la democracia, España se replanteó su propia posición internacional, apostando por la modernización
Y aunque a los norteamericanos les importaban más bien poco las credenciales antidemocráticas del régimen franquista, tampoco era cuestión de integrarlo en la OTAN, donde había países europeos que no querían salir en la foto al lado de un régimen fascistoide con un dictador que había sido amigo de Hitler y de Mussolini. Así que los EEUU optaron por un acuerdo bilateral, mediante el cual España cedía su territorio para la instalación de bases norteamericanas, y los Estados Unidos le proporcionaban a Franco material militar de deshecho que, de lo contrario, habría ido directamente a la chatarrería o al desguace.
Con la muerte del dictador y la restauración de la democracia, España se replanteó su propia posición internacional, apostando por la modernización y solicitando entrar en el Mercado Común Europeo –hoy UE-. Pero lo de la OTAN levantaba ampollas en amplios sectores de la población, a causa de un antimericanismo bastante extendido, tanto a derecha como a izquierda. En la derecha más nacionalista, el antiamericanismo provenía de viejos agravios, como la guerra de Cuba y Filipinas en 1898, y del ninguneo displicente con que los EEUU trataban a España. El propio Adolfo Suárez, último presidente de la dictadura y primero de la democracia, jugó a una postura equidistante y hasta amagó con hacerse no-alineado.
Pero lo de la OTAN levantaba ampollas en amplios sectores de la población, a causa de un antimericanismo bastante extendido, tanto a derecha como a izquierda
Globalmente, a favor de la integración en la OTAN estaban el partido gobernante en los primeros años de la transición, UCD, la derecha con ribetes neofranquistas organizada por Fraga Iribarne en AP –Alianza Popular, luego Coalición Popular, actualmente PP-, y los nacionalismos periféricos catalán y vasco –CIU y PNV-. Es decir, el bloque político de la derecha. En contra se situaba toda la izquierda, desde el PSOE y el PCE, hasta la extrema izquierda; esta última sin representación parlamentaria pero aún muy activa en las calles.
Tras el fallido golpe de estado militar del 23 de febrero de 1981, el nuevo presidente del gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo decidió la integración, sin más dilación, de España en la OTAN. El PSOE montó en cólera y su líder, Felipe González, proclamó que si se entraba en la OTAN por decreto, se saldría también por decreto. Luego, cuando entendió que UCD tenía los días contados y que las siguientes elecciones las iba a ganar él, se sacó el lema «OTAN, de entrada NO». Finalmente, anunció que convocaría un referéndum en caso de ganar las elecciones.
La mayoría de encuestas daban como resultado el «No»
Y en noviembre de 1982 ganó las elecciones, con 48,11% y una mayoría absoluta de 202 diputados -sobre 375-; el mejor resultado obtenido por formación alguna desde la reimplantación de la democracia hasta hoy en día. Una vez en el gobierno, el PSOE se volvió cada vez más contemporizador, y pronto cambió de criterio, apostando por la permanencia en la OTAN. Al final, obligado por su promesa electoral, convocó el referéndum, pero las cosas se le complicaron a González.
Felipe González no tuvo más remedio que jugarse su carisma personal e implicarse directamente
Tenía a un importante sector del PSOE en contra de la OTAN y a todo el resto de la izquierda. Además, la derecha unificada por Fraga Iribarne, aunque partidaria de la OTAN, optó por la abstención, considerando que la convocatoria del referéndum era improcedente, y que se las arreglase el PSOE con sus promesas electorales…
La mayoría de encuestas daban como resultado el «No». Felipe González no tuvo más remedio que jugarse su carisma personal e implicarse directamente, convirtiendo el referéndum en un plebiscito sobre su propia persona. Durante la campaña, hubo de todo y más. Y lo consiguió.
Tres meses después, ganaba de nuevo unas elecciones generales con mayoría absoluta, aunque con 18 diputados menos que en 1982.
TAMBIÉN ESTA SEMANA:
9 de marzo de 1916:
El líder revolucionario mexicano Pancho Villa realizaba una incursión militar en los EEUU, saqueando la ciudad de Columbus (Nuevo México). En represalia, los EEUU enviarán a México un ejército al mando del general Pershing con el objetivo de capturarlo. No lo consiguieron.
10 de marzo de 1831:
El rey de Francia, Luis Felipe de Orleans, creaba el cuerpo militar de la Legión extranjera para luchar en Argelia.
11 de marzo de 1942:
Ante la arrolladora invasión japonesa, el general norteamericano Douglas MacArhtur se ve obligado a abandonar las Filipinas. Más de 50.000 soldados norteamericanos caerán prisioneros de los japoneses. Al partir, MacArthur pronunció su famoso anuncio: “Volveré”.
12 de marzo de 1982:
En España tenía lugar el referéndum sobre la permanencia en la OTAN. Ganó el sí por un 56,85%, contra un 43,15% partidario de abandonar esta organización militar.
13 de marzo de 1781:
En Bath (Inglaterra), el astrónomo William Herschel descubría el planeta Urano.
14 de marzo de 1883:
Fallecía en Londres Karl Marx. Filósofo, sociólogo y economista, autor de «El Capital» y «El Manifiesto Comunista». Había llegado a Londres en 1849, como refugiado, 34 años antes.
15 de marzo de 44 a.C.:
Julio César era asesinado en Roma, víctima de una conspiración de senadores republicanos. Su muerte acarreará una nueva guerra civil en Roma, que concluirá con la derrota de los conspiradores y el establecimiento del Segundo Triunvirato.