Piezas de la llamada Gran Cruz de Guarrazar, parte del Tesoro de Guarrazar. Estas dos chapas decoraban sendos brazos de la cruz por uno de sus lados. Foto: Wikimedia. Autor: Luis García
Tal día como hoy… 27 de agosto del año 1858 descubrían la segunda caja del Tesoro de Guarrazar
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El 27 de agosto del año 1858, en la localidad de Guadamur, a 11km de Toledo, dos lugareños descubrían una segunda caja –la primera la habían hallado dos días antes- repleta, igual que la anterior, con joyas visigodas. Los restos de esta etapa altomedieval más importantes encontrados hasta el día de hoy, el Tesoro de Guarrazar. Una buena parte de las joyas desaparecieron, víctimas de la codicia, del expolio y de la ignorancia.
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CV / Las lluvias torrenciales de aquel agosto produjeron el corrimiento de las tierras donde se asentaba la iglesia del monasterio de Santa María de Sorbaces, dejando al descubierto parte del antiguo cementerio adjunto al edificio. Dos vecinos de la localidad, Francisco Morales y María Pérez, distinguieron en un hueco una caja similar a la que habían encontrado dos días antes. Se trataba de dos cajas revestidas de hormigón «romano», que contenían el famoso tesoro: coronas y cruces, básicamente, de oro y con piedras preciosas.

Morales vendió gran parte de los objetos a plateros toledanos, que las fundieron. Advertido del hallazgo un profesor francés que se encontraba en Toledo, A. Hérouart, adquirió los terrenos, le compró a Morales parte de las joyas que aún tenía en su poder, y las llevó a un diamantista de Toledo, José Navarro, que llevó a cabo su recomposición. Al año siguiente, vendían las piezas al gobierno francés. Se trataba, entre otras alhajas, de las coronas de los reyes visigodos Suintila (621-631) y Rescesvinto (653-672).
La publicación en revistas francesas de esta adquisición puso sobre aviso al gobierno español, por completo al margen del tema hasta entonces, que inició sus propias excavaciones. A pesar de ello, un segundo lote descubierto en 1861 corrió una suerte similar, «extraviándose» muchas de sus piezas. Tras muchas vicisitudes, Francia devolvió en 1941 parte del tesoro. Hoy en día, lo que queda del Tesoro de Guarrazar está distribuido entre el Museo de Cluny, en París, El Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, y el Palacio Real de Madrid. En Toledo se exponen réplicas de estas mismas piezas. Es muy probable que se haya perdido más de lo que se conserva. Como anécdota, la corona de Suintila fue robada en 1921 del Palacio Real, y nunca más se supo. Probablemente debe encontrarse en alguna colección privada…
¿Qué hacían todas estas piezas amontonadas en un cementerio al lado de una iglesia? Fueron halladas junto a la tumba de un monje llamado Crispinus, lo cual hizo en un principio pensar que se habrían depositado como exvotos. Pero las diferentes épocas de las piezas –de Suintila a Recesvinto van casi cincuenta años- llevó hacia otras hipótesis. Muy probablemente fueron depositadas allí para evitar que cayeran a manos de los árabes ante la inminente caída de Toledo a finales del 711. Eso sí, lo que no apareció fue la legendaria Mesa de Salomón, talismán del poder de los visigodos, que supuestamente se habían traído a Toledo con el botín del saqueo de Roma por Alarico, trescientos años antes.
Las excavaciones en la zona de Guadamur han proseguido. Sus últimos hallazgos datan del año 2009.
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También un 27 de agosto se cumplen estas otras efemérides
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