
Tal día como hoy… 19 de octubre de 1943, un joven estudiante de microbiología de 20 años, Albert Schatz, descubría la estreptomicina
El 19 de octubre de 1943, un joven estudiante de microbiología de 20 años, Albert Schatz, descubría la estreptomicina en un lóbrego laboratorio situado en los sótanos de la Universidad de Rutgers (New Jersey, EEUU). Pero no le fue reconocido.
CV / El mérito se lo llevó su supervisor, Selman A. Waksman, que se había desentendido y ni se había acercado por el laboratorio en todo el tiempo por miedo al contagio. Waksman recibió el Premio Nobel de Medicina en 1952. Un caso sórdido.
El mérito se lo llevó su supervisor, Selman A. Waksman, que se había desentendido y ni se había acercado por el laboratorio en todo el tiempo por miedo al contagio
Las relaciones entre los miembros de la comunidad científica, como entre los de cualquier otra comunidad humana, no siempre han sido buenas. La condición de genio no exime de la humana. Por citar solo algunos ejemplos, de antiguo nos llega la enemistad que Platón le profesaba a Demócrito, hasta el punto de sugerir que su obra fuera destruida. Newton y Leibniz se detestaban sin ni siquiera haberse conocido personalmente. Lenard odiaba a Einstein y consideraba su Teoría de la Relatividad «ciencia judía», lo que para él equivalía a «basura». Pero en el propio odio estaba el reconocimiento implícito de los méritos del odiado. El caso de Waksman es, si cabe, aún más miserable: simplemente lo ignoró.
En otros casos, en cambio, la grandeza moral se impuso. Cuando en 1954 se le comunicó a John Franklin Enders que había sido galardonado con el Premio Nobel de Medicina por su desarrollo de la vacuna de la polio, respondió que él solo había sido el supervisor, y que solo lo aceptaría si se incluía también a los que habían realizado el trabajo de verdad. Y así fue, se concedió compartido a Enders, a Thomas H. Weller y a Frederick C. Robbins. Es evidente que el Nobel Waksman carecía de la altura moral de Enders.
Selman Waksman (1888-1973) era un ucraniano que a los 28 años emigró a los EEUU, se doctoró en bioquímica y se las arregló para convertirse en director del Departamento de Microbiología de la Universidad de Rutgers. Consiguió descubrir un antibiótico, la antimiocina, que no sirvió para nada debido a su alta toxicidad.
Albert Schatz (1922-2005), era un brillante estudiante de posgrado de microbiología que tuvo que interrumpir sus estudios en 1943 al ser movilizado a causa de la guerra
Por su parte, Albert Schatz (1922-2005), era un brillante estudiante de posgrado de microbiología en la misma Universidad de Rutgers. Tuvo que interrumpir sus estudios en 1943 al ser movilizado a causa de la guerra, siendo destinado a un hospital militar, donde pudo comprobar in situ los estragos que causaba la tuberculosis, así como la resistencia a la penicilina de otras infecciones. Cuando cinco meses después fue dado de baja y reemprendió su posgrado, lo hizo dispuesto a encontrar un nuevo antibiótico que curara la tuberculosis.
Como trabajaba con bacterias altamente contagiosas, el eminente Waksman consideró sin duda que un talento como el suyo no podía perderse por un contagio trivial, y no se acercó por el laboratorio subterráneo de su pupilo ni por accidente. El 19 de octubre de 1943, realizando el experimento 11 –como se demostró más tarde-, Schatz obtuvo un nuevo antibiótico derivado del Streptomices griseus, al cual llamó estreptomicina. Luego se procedió a las pruebas de toxicidad, de eficacia en animales y en humanos. Pruebas en las que participaron varios investigadores de la Universidad.
Demandó judicialmente a Waksman, y éste le ofreció una indemnización económica extrajudicial, que Schatz se vio obligado a aceptar
Mientras Schatz seguía investigando con sus pruebas, Waksman se dedicó a ir impartiendo conferencias por todo el mundo ufanándose de «su» descubrimiento. Schatz, una vez al caso de lo que estaba ocurriendo, trató de aclarar el tema con su ausente tutor, sin resultado alguno. Tuvo que dejar la universidad y emigrar a Chile. El laureado Waksman recibía en 1952 el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la estreptomicina. Ni siquiera en su discurso mencionó para nada a Schatz, que reivindicó para sí el descubrimiento sin que nadie le hiciera caso. Demandó entonces judicialmente a Waksman, y éste le ofreció una indemnización económica extrajudicial, que Schatz se vio obligado a aceptar.
En 1991, un periodista interesado en esta polémica, Milton Weinwright, publicó el primer reportaje sobre esta injusticia. El propio Schatz publicó en 1993 ‘La verdadera historia del descubrimiento de la estreptomicina’. Paralelamente, otro investigador, Peter Pringel, accedió a los archivos de la Universidad y encontró las notas de Schatz en una caja con la descripción del «experimento 11». En su libro ‘Experiment eleven’, demostró definitivamente la injusticia cometida con Schatz.
En 1991, un periodista interesado en esta polémica, Milton Weinwright, publicó el primer reportaje sobre esta injusticia
En 1994, y a modo de reparación, la Universidad de Rutgers otorgó a Schatz su máximo galardón: la medalla Rutgers. Por entonces tenía 74 años. En la actualidad, Albert Schatz es reconocido como el auténtico descubridor de la estreptomicina… Excepto por el comité del Premio Nobel, que nunca ha querido reconocer su error…
Albert Schatz falleció el 17 de enero de 2005. En el 2006, una deportada judía que sobrevivió gracias a la estreptomicina de Schatz, y que le conoció posteriormente, publicó en homenaje la obra ‘Finding Dr. Schatz: The Discovery of streptomicine and a life it saved’.