
Tal día como hoy… 26 de junio de 1541 era asesinado Francisco Pizarro
El 26 de junio de 1541 era asesinado Francisco Pizarro en Lima (Perú), ciudad que el mismo había fundado. Fue sorprendido en su palacio por un grupo almagristas que le dieron muerte. Pizarro es, junto con Hernán Cortés, el más famoso de los «conquistadores». Y como tal, su biografía y su final trágico son en cierto modo prototípicos de la época que siguió a la conquista de los grandes imperios precolombinos. Ha pasado a la historia como un personaje cruel, despiadado y codicioso, a la vez que arrojado y resuelto. Y como el conquistador del Imperio Inca.
CV / Nació en Trujillo (Cáceres), entre 1473 y 1478. Es posible que el propio Pizarro escondiera su edad, dado que era muy avanzada para la época en que emprendió sus conquistas y alcanzó la fama. A los 20 años se alistó en el ejército y sirvió como soldado en los tercios del Gran Capitán durante las campañas de Italia. En 1502 embarcó hacia América, instalándose en La Española, residiendo residió allí varios años. En 1510 participó en la expedición de Alonso de Ojeda por América Central y Colombia, y en la de Vasco Núñez de Balboa en 1513. Se sabe que fue uno de los que, por orden del gobernador Pedro Arias de Ávila, detuvo a Núñez de Balboa, siendo posible que le traicionara.
Es posible que el propio Pizarro escondiera su edad, dado que era muy avanzada para la época en que emprendió sus conquistas y alcanzó la fama
En 1524 tenemos a Pizarro, ya con 50 años, asociado con Pedro de Almagro y Hernando de Luque, encabezando una expedición con el objetivo de saber sobre «El Birú», o Tahuantinsuyu, un inmenso imperio del que apenas se sabía nada, pero del que circulaban rumores sobre sus inmensas riquezas en oro. En realidad, Tahuantinsuyu era ciertamente un vasto imperio andino que se extendía desde el oeste de Colombia por Perú, Ecuador y el norte de Chile. La denominación «Inca» procede del grupo étnico minoritario que unos cincuenta años antes había constituido el imperio esclavizando al resto de tribus, siendo «inca» el nombre con que se designaba al emperador.
Tras dos años en que anduvieron prácticamente perdidos y arrostrando todo tipo de calamidades, la expedición recaló en la isla del Gallo, en la bahía de Tumaco –actual sur de la costa del Pacífico colombiana-. Allí tuvo lugar el episodio conocido como el de «Los Trece de la Fama», cuando ante los requerimientos de la mayoría para regresar a Panamá, Pizarro trazó una línea en la arena con la espada, obligando a decidir sobre proseguir o no. Le siguieron trece y el resto regresaron. Esperaron allí refuerzos y luego exploraron el territorio para una ulterior expedición, regresando finalmente a Panamá.
La conquista del Perú no se inició propiamente hasta 1532, cuando Pizarro zarpó de Panamá y desembarcó en Tumbes
Pero la conquista del Perú no se inició propiamente hasta unos años después, en 1532, cuando Pizarro zarpó de Panamá y desembarcó en Tumbes, actualmente frontera norte del Perú, con 180 soldados y unos 40 caballos. Una fuerza ciertamente algo exigua para acometer la conquista de un imperio guerrero de dos millones de km2 de extensión y unos cuatro o cinco millones de habitantes. Pero esto sería en parámetros europeos, la realidad precolombina no se adaptaba a ellos.

Para empezar, el imperio inca estaba pasando por una guerra civil entre dos hermanos que se disputaban el trono, Atahualpa y Huáscar. También, muchos pueblos esclavizados por los incas vieron a los españoles como liberadores, y en cierto modo incluso los propios incas creyeron que los españoles eran semidioses enviados por Manco-Tapac –como en México los aztecas creyeron que lo eran de Queztalcoalt-, adoptando una posición de inferioridad psicológica de entrada. Y luego está el tema de la superioridad militar. Es verdad que en el tiempo que un soldado español disparaba y recargaba su arcabuz, un guerrero inca podía disparar hasta diez flechas, pero éstas raramente podían herir de gravedad ante las corazas y cascos metálicos que tanto deslumbraban a los indios.
Los aztecas desconocían el hierro o el bronce, y los caballos, que les producían terror. Todo un conjunto de elementos que se saldaron con una superioridad abrumadora y la destrucción del Imperio Inca. Eso sí, Pizarro se cobró el que probablemente sea el rescate más caro de la historia: Atahualpa pagó 84 toneladas de oro y 164 de plata, según las crónicas, a cambio de ser liberado. Pero fue que no; tras cobrarse el rescate, Pizarro ordenó estrangularlo. Eso sí, después de que Atahualpa fuera bautizado con el nombre cristiano de «Francisco». Una conversión dudosa, a poco que tengamos en cuenta la alternativa que le ofreció Pizarro: ser quemado vivo.
Pizarro se cobró el que probablemente sea el rescate más caro de la historia: Atahualpa pagó 84 toneladas de oro y 164 de plata, según las crónicas, a cambio de ser liberado
Luego vinieron las guerras entre Pizarro y sus hermanos contra Almagro, ambos bandos reivindicando el favor real. Almagro fue asesinado y Pizarro fue nombrado marqués y gobernador. Pero una conspiración del hijo de Almagro le sorprendió en su palacio. Parece ser que corrió a armarse, que sus amigos huyeron y que se enfrentó solo a sus atacantes, espada en mano. La autopsia que se realizó en 2007 de sus restos indica que recibió, al menos, veinte heridas de espada. Se cumplió la vieja sentencia bíblica «Qui gladio occidit, gladio occisus erit».
Un artículo muy interesante sobre este gran personaje de la historia iberoamericana. Gracias por publicarlo.