Tal día como hoy… 30 de diciembre de 1896 era fusilado el líder filipino José Rizal
El 30 de diciembre de 1896 era fusilado en Manila el líder filipino José Rizal, a los 35 años de edad. Su muerte fue acaso el penúltimo de una serie de errores a cargo de las torpes e incompetentes autoridades españolas. Su único efecto fue que el movimiento independentista cobró aún más fuerza y decidió a los EEUU, que le habían echado el ojo al archipiélago hacía tiempo, a intervenir, indirectamente primero, y directamente después.
CV / José Rizal había nacido el 19 de junio de 1861 en Calambá, una población situada 50km al sur de la capital, Manila. Como la mayoría de líderes del movimiento anticolonialista filipino, pertenecía a una familia bienestante y tuvo estudios universitarios. En el caso de Rizal, provenía de una familia de hacendados con ascendencias filipina, española y china; estudió oftalmología en la Universidad de Madrid.
Durante su estancia en Madrid había ingresado en la masonería, el la logia «Acacia», alcanzando el grado de maestro
Con la excepción del galeón que una vez al año hacía la ruta de ida y vuelta de México a Filipinas, y de México a España, que dejó de funcionar cuando se produjo la invasión napoleónica, lo cierto es que era una colonia olvidada. Había sido ocupada en la segunda mitad del siglo XVI durante la expedición de Legazpi y Urdanerta –que emprendió después el famoso «tornaviaje» en busca de una ruta de vuelta a América por el norte del Pacífico- como base para la expansión española en el extremo oriente, en competencia con los portugueses por el comercio de las especias. Desde allí se establecieron asentamientos en Borneo, Nueva Guinea y Molucas, pero con la decadencia española en el siglo XVII, las posesiones de extremo oriente cayeron en el olvido. A finales del siglo XVIII se abandonaron todos los asentamientos, con la excepción de las Filipinas, y algunos pequeños archipiélagos de menor importancia en la Micronesia –Las Carolinas, las Marianas, Palaos y Guam.
En la primera mitad del siglo XIX el imperio español se quedó en residual, siendo sus únicas posesiones relevantes de ultramar Cuba, Puerto Rico y, en la otra punta, las Filipinas. Entonces fue cuando los gobernantes españoles se «acordaron» de que tenían una colonia «por allí». Hasta entonces, habían sido en la práctica una posesión privada de la Iglesia. Aun así, a finales del siglo XIX había surgido una burguesía relativamente pujante y las Filipinas tenían el mayor nivel de vida de Asia después del Japón. Pero la Administración española no estaba preparada ni para gestionar el microimperio que le quedaba.
Era partidario de la liquidación del estatus colonial y de la aplicación de medidas de desamortización que acabaran con el omnímodo poder de la Iglesia
Rizal fue, para los parámetros de la época, un hombre de mundo. Tras licenciarse en Oftalmología en Madrid, trabajó un tiempo como oftalmólogo en París y en Heildelberg. Durante su estancia en Madrid había ingresado en la masonería, el la logia «Acacia», alcanzando el grado de maestro. Como tantos otros filipinos, la idea nunca fue independizarse de España, sino que las Filipinas fueran consideradas una provincia española más. Era partidario de la liquidación del estatus colonial y de la aplicación de medidas de desamortización que acabaran con el omnímodo poder de la Iglesia, que asfixiaba el progreso del país, entrando en conflicto con los intereses de las clases burguesas emergentes.
Durante su estancia en Europa se convirtió en el líder de los estudiantes filipinos en España, reivindicando el trato de igualdad y publicando artículos periodísticos y ensayos en este sentido. De regreso a Manila en 1892, fundó el movimiento «La Liga Filipina» y fue acusado por las autoridades coloniales de subversión, siendo confinado a la isla de Mindanao.
En 1896, Rizal obtuvo un puesto de médico en el ejército español en Cuba. Simultáneamente, y con el apoyo norteamericano, el movimiento nacionalista Katipunan inició la revuelta a favor de la independencia. Rizal fue detenido a bordo del barco en el que viajaba a España, acusado de haber instigado la revuelta filipina y de haber intentado concitar las simpatías de los independentistas cubanos. La iglesia, que consideraba a Rizal un revolucionario radical y peligros –para sus intereses-, tuvo mucho que ver en su detención y en la acusación; no le faltaron complicidades entre la corrupta y esclerotizada administración española.
Fue condenado a muerte y ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Solicitó que no se le vendaran los ojos y ser fusilado de frente
Fue condenado a muerte y ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Solicitó que no se le vendaran los ojos y ser fusilado de frente. Se le concedió lo primero, pero no lo segundo, por ser considerado un traidor. Aun así, se las arregló para volverse de cara al pelotón de fusilamiento en el último momento. La ejecución de Rizal despertó fuertes protestas en la propia España y en todo el mundo, por su crueldad y, sobre todo, por su estupidez. Dos años después, las Filipinas dejaban de ser españolas.