Juan Álvarez Mendizábal

Mendizábal ocupó primero el cargo de ministro de Hacienda, y después el de presidente del gobierno (1835-36)

Tal día como hoy… 25 de febrero de 1790 nacía Mendizábal

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El 25 de febrero de 1790 nacía en Chiclana de la Frontera (Cádiz), Juan de Dios Álvarez Mendizábal, político liberal y financiero que llegó a la presidencia del gobierno, conocido principalmente por haber llevado a cabo las primeras desamortizaciones de los bienes de la Iglesia.

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CV / Su segundo apellido era en realidad «Méndez», que cambió por el de «Mendizábal», al parecer para ocultar su posible origen judío. La prensa reaccionaria le representó con rabo -como los judíos y el diablo- y le llamaba despectivamente el «rabilargo Juanón», -el rabino de rabo largo-. Todo un alarde de los prejuicios que todavía pervivían en la convulsa España del siglo XIX que le tocó vivir.

A lo largo de su vida logró amasar varias fortunas, que fue perdiendo y recuperando, compaginando los negocios con una intensa actividad política

Se formó en el negocio de comercio de su padre y aprendió varios idiomas modernos. A lo largo de su vida logró amasar varias fortunas, que fue perdiendo y recuperando, compaginando los negocios con una intensa actividad política. Sirvió en el ejército durante las guerras napoleónicas y fue un ferviente partidario de la Constitución de Cádiz de 1812. Ocupándose del avituallamiento del ejército, entró en contacto con la poderosa familia valenciana y liberal Bertrán de Lis, pasando a trabajar para ellos después de la guerra y convirtiéndose en socio de la empresa.

Opuesto al absolutismo de Fernando VII, participó en la financiación del pronunciamiento de Riego, en cuya tropa se alistó, a la vez que ingresaba en la masonería y mantenía negocios de importación y exportación con Inglaterra. Al producirse la invasión francesa de los cien mil hijos de San Luis para restaurar el absolutismo, pasó a Gibraltar y se exilió a Inglaterra. Allí se dedicó a la importación de vinos de Jerez y a conspirar contra el absolutismo, participando en distintos intentos para restaurar la Constitución de 1812, como la de Torrijos.

En 1828, intervino en la guerra civil portuguesa financiando a los liberales -tenía la idea de unificar España y Portugal en un solo estado constitucional- tras cuya victoria se convirtió en un personaje influyente y prestigioso en los ambientes financieros británico y francés, siendo el hombre de Inglaterra en Portugal.

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Auge y declive de su carrera política

A la muerte de Fernando VII y con el estallido de la primera guerra carlista, la regente María Cristina se vio obligada a apoyarse en los liberales, lo cual propició su retorno y la asunción de responsabilidades de gobierno. Mendizábal ocupó primero el cargo de ministro de Hacienda, y después el de presidente del gobierno (1835-36). Durante su mandato, intentó reorganizar la administración y el ejército de un estado fallido sumido en una guerra civil, consiguiéndolo parcialmente y presentando a su gobierno como la recuperación del espíritu del trienio liberal y rehabilitando la figura de Riego. Organizó la «quinta de los cien mil», obteniendo cuantiosos ingresos por el pago de la exención que libraba a los ricos de servir en el ejército, tema por el que fue criticado… y promovió la desamortización de los bienes de la Iglesia para modernizar el país y sacarlo de la bancarrota.

Organizó la «quinta de los cien mil»  y promovió la desamortización de los bienes de la Iglesia para modernizar el país y sacarlo de la bancarrota

Las medidas de Mendizábal fueron consideradas excesivas y fue destituido. Con ello se consumó la ruptura de los liberales españoles, desde entonces divididos entre moderados y progresistas, denominaciones que se mantendrían a lo largo del siglo XIX.

Su carrera política fue a menos desde entonces, aunque mantuvo una cierta influencia por su prestigio entre los sectores liberales. Fue diputado en varias ocasiones y volvió a ser ministro de Hacienda en 1843 durante la etapa progresista, pero tuvo que exiliarse de nuevo ante la deriva absolutista del régimen y el pronunciamiento de Narváez.

Esta vez se instaló en París, donde los vaivenes de sus negocios lo llevaron a la bancarrota. Murió en Madrid el 3 de noviembre de 1853, a los 63 años, prácticamente arruinado. Sin duda un personaje controvertido, se le ha visto como el modernizador de un país que no supo estar a su altura, por sus defensores, o como el demonio anticlerical que favoreció a los especuladores con los bienes de la iglesia, por parte de sus detractores. Se ha dicho también, más irónicamente, que fue un hombre que se equivocó de país.

La estatua de Mendizábal que se había erigido en Madrid, por suscripción popular, en la Plaza del Progreso, fue destruida por las tropas franquistas a su entrada en la ciudad en 1939. En su lugar, se erigió la de un cacique carlista.

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