Tal día como hoy… 4 de agosto de 1526 fallecía Juan Sebastián Elcano
El 4 de agosto de 1526 fallecía en algún lugar del océano Pacífico, a bordo de la nao «Santa María de la Victoria», Juan Sebastián Elcano, el marino vasco que había culminado cuatro años atrás la primera vuelta al mundo, al cual el emperador Carlos V había regalado un escudo de armas con una esfera terrestres con la inscripción «PRIMUS CIRCUMDEDISTI ME», ‘el primero que me diste la vuelta’.
CV / Elcano había nacido en Guetaria (Guipúzcoa) 50 años atrás, en una fecha incierta del año 1476. Era hijo de una familia de marinos, probablemente pescadores. Se dedicó a la navegación desde muy joven, en barcos pesqueros, comerciales y de guerra. En 1509 participó en la campaña de Argel al mando de un barco de 200 toneladas. Se sabe que posteriormente combatió también en Italia a las órdenes del Gran Capitán. Hacia 1518 se estableció en Sevilla, donde tuvo conocimiento de la expedición que estaba preparando Fernando de Magallanes hacia la Molucas por occidente. Se enroló como maestre –segundo de a bordo- de la nao «Concepción», una de las cinco que componían la flota.
La expedición zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 20 de diciembre de 1519. Y por avatares del destino, acabó realizando la primera circunnavegación de la Tierra
La expedición zarpó de Sanlúcar de Barrameda el 20 de diciembre de 1519. Y por avatares del destino, acabó realizando la primera circunnavegación de la Tierra. No era esta su misión inicial, sino llegar hasta las Molucas –o islas de las Especias- por una nueva ruta, pero la imposibilidad del «tornaviaje» y las terribles dificultades sobrevenidas, obligó a retornar por el Índico y el Atlántico, bordeando África –que eran rutas portuguesas-. El viaje estuvo cargado de penalidades, produciéndose un conato de motín contra Magallanes, en el cual al parecer estuvo más o menos implicado el propio Elcano, que fue perdonado y mantuvo el mando. Tras la muerte de Magallanes en Mactán (Filipinas) el 27 de abril de 1521, y con solo dos naves restantes, Elcano fue nombrado capitán de la ‘Victoria·, y tras la avería de la ‘Trinidad’ –posteriormente apresada por los portugueses-, quedó al frente de lo que quedaba de la expedición. La ‘Victoria’ consiguió arribar con 18 supervivientes a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522.
Tras un tiempo en tierra, zarpó de La Coruña el 24 de julio de 1525, esta vez como segundo en la expedición de García Jofre de Loaísa, con el objetivo de colonizar las Molucas, en disputa con Portugal, y buscar la ruta del «tornaviaje»; es decir, regresar de las Molucas y las Filipinas hasta América. En la expedición participaban también la mayoría de supervivientes de la vuelta al mundo, y un joven, guipuzcoano como Elcano, llamado Andrés de Urdaneta.
La travesía fue un cúmulo de penalidades y desastres desde un primer momento, entre tempestades, embarrancamientos y deserciones
La travesía fue un cúmulo de penalidades y desastres desde un primer momento, entre tempestades, embarrancamientos y deserciones. De las siete naves que partieron, solo una consiguió pasar el Estrecho de Magallanes. Jofre murió en junio de 1526. Dos meses después, camino de las Molucas, fallecía el propio Elcano. Una semana antes, sintiéndose gravemente enfermo, dictó testamento, siendo Urdaneta su albacea. Oficialmente, murió de escorbuto, pero otras hipótesis, atendiendo a la versión de Urdaneta, apuntan a una intoxicación por haber ingerido, según Urdaneta relató posteriormente, “un pez con dientes como de perro”, probablemente una barracuda, añadiendo que todos los hombres que habían comido con él murieron en un plazo de 40 días. De ser así, y es muy verosímil, Elcano habría muerto de ciguatera, una intoxicación por ingesta de peces ciguatos, endémica en los trópicos.
La expedición acabó a la postre en un fracaso. Los supervivientes llegaron a las Molucas y sobrevivieron allí a duras penas a todo tipo de penalidades, durante años. Al final, regresaron 11 años después, en 1536, arribando a Lisboa, donde los portugueses incautaron toda la documentación recogida por Urdaneta.

Pero también tuvo a la postre una consecuencia positiva. Urdaneta, acaso en previsión de caer en manos de los portugueses, guardó en su memoria informaciones recabadas entre los nativos, relativas a los vientos y a la geografía del lugar, y elaboró sus hipótesis. Casi cuarenta años después, ya anciano y convertido en sacerdote, dejaba su convento a petición de Felipe II y se embarcaba en la expedición de Legazpi a las Filipinas, desde la cuales, ya sin Legazpi, remontó las costas de China hasta el mar del Japón, cogió los vientos favorables del oeste y descendió por las costas de California hasta Acapulco (México), culminando el «tornaviaje» en 1565, una gesta poco conocida, pero que constituye una de las mayores proezas de la historia de la navegación mundial. No solo por los riesgos que entrañaba, sino por los conocimientos de cartografía y navegación que requerían.
Habían pasado 46 años desde que Magallanes había zarpado de Sanlúcar con esta misión, que prosiguió Elcano sin concluirla, y que finalmente completó Urdaneta.