La batalla del Puente de Alcolea

La Batalla del Puente de Alcolea, el 28 de septiembre de 1868, enfrenta a los militares sublevados contra la reina con las tropas realistas. / Wikimedia

 

Tal día como hoy… 28 de septiembre de 1868 tenía lugar la batalla del Puente de Alcolea

 

El 28 de septiembre de 1868 tenía lugar la batalla del Puente de Alcolea, que decidió definitivamente el triunfo de la «Gloriosa», la revolución que había estallado 10 días antes en Cádiz contra la decadente monarquía de Isabel II. La victoria de los sublevados provocó la huida de la reina a Francia y el comienzo del periodo conocido como el «sexenio revolucionario».

 

CV / Los últimos años del reinado de Isabel II (1833-1868) se habían caracterizado por el progresivo escoramieto hacia el absolutismo, el clericalismo y la represión. Siguiendo la funesta tradición paterna, se rodeó de una camarilla palaciega entre la cual se encontraban personajes tan atrabiliarios como su confesor, Antonio Mª Claret, González Bravo, su último primer ministro, o la estrafalaria Sor Patrocinio, una monja milagrera que decía tener en su cuerpo los estigmas de Cristo, y que cuando la reina «pecaba» –lo que ocurría muy a menudo- comenzaban a sangrar.

Los últimos años del reinado de Isabel II (1833-1868) se habían caracterizado por el progresivo escoramieto hacia el absolutismo, el clericalismo y la represión

En abril de este mismo año había muerto su mayor apoyo, el general Narváez. Nombró al ultraconservador González Bravo para sustituirle, ganándose con ello la hostilidad de los moderados. El deterioro progresivo de la situación, con un gobierno que había perdido definitivamente el rumbo, llevó a una alianza contra ella, sellada en pacto de Ostende, entre las dos grandes ramas del liberalismo español, los moderados, liderados por el general Serrano –antiguo amante de la reina-, y los progresistas, al frente de los cuales estaba el también general Juan Prim, por entonces exiliado en Londres, de gran popularidad entre la población.

Según la costumbre de la época, se trataba de realizar un «pronunciamiento», y que las distintas guarniciones se adhirieran. Pero los anteriores fracasos llevaron a los jefes militares a prepararlo mejor esta vez. El plan era un pronunciamiento de la escuadra en Cádiz, contándose para ello con el vicealmirante Topete, que añadido a Serrano y a Prim, constituía la cúpula militar de la conspiración. Serrano estaba desterrado en Canarias, y Prim exiliado en Londres. Ambos debían converger en Cádiz y lanzar allí el pronunciamiento. La idea era constituir un gobierno provisional y una asamblea constituyente elegida por sufragio universal directo, que decidiría el destino del país: monarquía parlamentaria bajo una nueva dinastía, república…

Prim se embarcó en Londres con destino a Gibraltar, pasando antes de llegar a un remolcador que lo trasladó a la fragata Zaragoza, situada frente a la bahía de Cádiz. Serrano, a su vez, zarpó también en secreto desde las Canarias hacia Cádiz. El 18 de septiembre, Prim y Topete se pronuncian contra Isabel II con su famoso manifiesto «Viva España con honra». Serrano llegó al día siguiente y se puso en marcha el plan. Prim recorrería la costa mediterránea, desde Málaga hasta Barcelona, sublevando a las guarniciones. Mientras tanto, Serrano se encaminaría hacia Madrid con las tropas disponibles para ocupar la capital.

La batalla se cobró unas mil bajas, entre muertos y heridos

Isabel II estaba veraneando en los balnearios guipuzcoanos. González Bravo ordenó al general Manuel Pavía que se dirigiera hacia Andalucía para interceptar al ejército de Serrano que ascendía por Andalucía. Se encontraron en Alcolea –actualmente término municipal de Córdoba- y allí tuvo lugar la batalla. Ambos ejércitos contaban cada uno con unos 10.000 hombres, pero los revolucionarios estaban mucho más motivados. La batalla se cobró unas mil bajas, entre muertos y heridos. Los realistas fueron completamente derrotados y el camino hacia Madrid quedó expedito.

Mientras tanto, tras haber sublevado Málaga, Almería, Cartagena y Valencia, Prim llegaba a Barcelona el 3 de octubre y dos días después hacía su entrada triunfal en Madrid. Su popularidad era tal que la población le consideró incluso el vencedor de Alcolea, lo que despertó los celos de Serrano, ahondando en un desencuentro que luego fue a mayores. Pero esto sería otra historia. En España se instauró un gobierno provisional, con Serrano de primer ministro y Prim como ministro de la guerra. Poco después se elegía por sufrago universal una asamblea constituyente que redactaría la nueva constitución. Entre otras medidas, el ministro de fomento Laureano Figuerola instituyó la peseta como unidad monetaria nacional. Lo de disponer de una moneda única de curso legal era algo a lo que los conservadores siempre se habían opuesto. Empezaba el sexenio revolucionario.

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