La dieta de los grupos humanos de la prehistoria

Huesos de conejo del Molí del Salt donde hay mordiscos de pequeños carnívoros y digestiones (A1, A2) y marcas de corte producidas por humanos (A3, A4) – Foto cedida por Anna Rufà

Las variaciones ambientales y los factores culturales, entre los condicionantes que favorecían el consumo o no de pequeños animales a la prehistoria

 

La capacidad de adaptación de presas como el conejo ha propiciado su explotación intensiva, según se constata en yacimientos como el Molí del Salt, en Vimbodí i Poblet (Tarragona). Las variaciones ambientales, la duración de ocupación del espacio y factores socioculturales forman parte de las causas que durante la prehistoria favorecían o no el consumo de animales pequeños, según se constata en una investigación efectuada en el marco del IPHES (Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social) y que ha sido el eje central de una tesis doctoral.

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IPHES / Averiguar la dieta de los grupos humanos de la prehistoria, qué consumían, a qué factores se asociaba y cómo ha ido evolucionando a lo largo del tiempo es una línea de investigación que aporta mucha información sobre los ecosistemas y sobre las estrategias de subsistencia.

Una nueva tesis doctoral aporta datos interesantes sobre el papel que han jugado las pequeñas presas, como los conejos y las aves, teniendo en cuenta el análisis de los restos de estos animales encontrados en cinco yacimientos arqueológicos del suroeste de Europa: en el valle del río Roine (Francia), los conjuntos de aves de los yacimientos de Payre, Abri des Pêcheurs y Grotte des Barasses II; de la Península Ibérica, los lepóridos y aves de la Cueva de las Teixoneres (Moià, Barcelona), y el grupo de conejos del Molí del Salt (Vimbodí i Poblet, Tarragona).

Los resultados apuntan que las pequeñas presas no siempre formaron parte de la dieta

Los resultados apuntan que las pequeñas presas no siempre formaron parte de la dieta. Parece ser el caso que se ha observado en los yacimientos franceses estudiados (Payre, Abri des Pêcheurs y Grotte des Barasses II), donde pequeños mamíferos carnívoros y aves rapaces nocturnas son los principales responsables de las acumulaciones de aves recuperadas en estos lugares. En cambio, en la Cueva de las Teixoneres (Moià, Barcelona), los humanos introducen los lepóridos en la dieta de manera puntual, hace unos 50.000 años.

Ya en el Paleolítico superior, hace unos 15.000 años, en el Molí del Salt (Vimbodí i Poblet, Tarragona), se evidencia un cambio en los patrones de subsistencia, que implican la incorporación y explotación intensiva de conejos. Este hecho podría relacionarse con las variaciones ambientales surgidas hace unos 45.000 años, cuando algunas especies habituales en estas regiones empiezan a verse reducidas. Esto podría favorecer que, en un momento dado, otras especies más versátiles (que se adaptan mejor a nuevas situaciones ecológicas) se expandieran por estos espacios, como podrían ser los conejos. Esto, junto a las altas tasas de reproducción que tienen estos animales, favorecería una mayor presencia en el entorno, hecho que también podría propiciar su mayor explotación y consumo.

No obstante, tampoco se tienen que minusvalorar otros factores importantes que podrían ser decisivos a la hora de evaluar la explotación de pequeñas presas en cada yacimiento en particular, como podrían ser la funcionalidad de la ocupación en cada lugar, la duración de la estancia y otros elementos como la propia diversidad de comportamiento humano, así como otros factores socioculturales (tamaño del grupo, el papel de mujeres, niños o personas mayores en la obtención de recursos, etc.).

Anna Rufà, el día de la defensa de su tesis doctoral - Cedida Anna Rufà
Anna Rufà, el día de la defensa de su tesis doctoral / Foto cedida por Anna Rufà

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“El objetivo era llevar a cabo un estudio diacrónico a partir del análisis de los conjuntos de pequeñas presas de estos cinco yacimientos, para inferir en los posibles agentes causantes de la acumulación de lepóridos y aves en cada lugar, y así profundizar en las estrategias de subsistencia practicadas por los humanos en cada situación particular. Igualmente, se pretendía averiguar qué factores pueden condicionar la explotación o no de pequeñas presas por parte de las poblaciones humanas”, apunta Anna Rufà, autora de la investigación.

Se pretendía también “averiguar qué factores pueden condicionar la explotación o no de pequeñas presas por parte de las poblaciones humanas”, apunta Anna Rufà

La investigación ha durado 4 años y ha propiciado la tesis doctoral efectuada por esta autora y titulada «El papel de las pequeñas presas en la dieta humana del Paleolítico medio y superior. Una visión diacrónica desde el valle del Ródano al arco mediterráneo», que ha llevado a cabo en el marco de un contrato predoctoral de Formación de Personal Universitario (FPU), financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (MECD).

Aún así, la formación de Anna Rufà en este ámbito empezó ya durante el Máster en Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana (Erasmus Mundus) impartido desde la URV (Universitat Rovira i Virgili), en el cual se inició en este ámbito de estudio, tomando como punto de partida la Cueva de las Teixoneres.

Para conseguir los objetivos planteados, se han analizado los restos óseos de pequeñas presas (lepóridos y aves) de los yacimientos antes mencionados, desde una perspectiva zooarqueológica y aplicando los principios de análisis de la tafonomia, es decir, observando las diferentes alteraciones que se producen sobre las superficies óseas, fruto de actividades de humanos y/o carnívoros. Igualmente se documentan también otras alteraciones sufridas por los huesos una vez han sido abandonados, hecho que nos aporta datos sobre qué otros fenómenos pueden han actuado en el yacimiento.

Así, se han determinado anatómica y taxonómicamente los restos recuperados y se ha observado qué partes esqueléticas están mejor representadas. Igualmente, se han aplicado métodos de análisis microscópico que han ayudado a identificar aquellas modificaciones producidas por predadores humanos y no humanos sobre los huesos, así como otros procesos que hayan afectado los restos una vez han sido abandonados.

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