«Se nos han acercado muchas ciudades para conocer el modelo. Partimos de la base que la ciudad ha sido históricamente el centro de relación donde pasa la innovación».
Innovación para nuevas culturas digitales
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Por: Roger Ibars / A. Mestre press@catalunyavanguardista.com
Ramón Sangüesa considera que un centro de tecnología o un museo pueden llegar mucho más allá combinando las diferentes disciplinas con diseños más integradores que transformen la cultura digital en una cultura social. Su proyecto se centra en usuarios de toda procedencia formativa o segmento y los transforma en nuevos agentes de la sociedad del conocimiento y de la innovación digital. Internet es su vehículo.

Citilab es pues un centro de formación, un centro de innovación y una incubadora de iniciativas empresariales y sociales. Una especie de laboratorio ciudadano ubicado en una antigua fábrica de Cornellà, un espacio dedicado para que todo tipo de usuarios (ciudadanos, empresas, universidades) puedan crear y tener iniciativas propias a través del conocimiento de la cultura tecnológica y digital.
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¿Es una persona amante del cambio?
Siempre he sido una persona curiosa, interesada en muchas cosas, en conectar campos o dominios entre sí para generar nuevas soluciones. Lo siguiente es ponerlo en marcha, ver el porqué no lo ha hecho nadie, validar si estas soluciones son aplicables o erróneas.
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¿De dónde nutre el cambio?
Es mi modelo mental. La historia previa de uno mismo. No se trata de una ideología que haya adoptado ni encontrado en el diccionario. El informático trabaja sobre representaciones del conocimiento que pueden actuar en el mundo, y esto es un programa informático en la práctica. Creo que a base de programar te queda esta forma de hacer.
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Proviene del campo de la inteligencia artificial, ¿cómo condiciona?
La inteligencia artificial te pone en contacto con muchas cosas, sistemas complejos: la lógica, la filosofía, la lingüística, la informática de programación, etc. Se trata de cómo generar entidades autónomas que puedan resolver sus problemas. Es una metáfora donde cambiamos robots por ciudadanos.
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¿En qué tecnología le interesa innovar?
En la digital: la computación, internet más la inteligencia artificial. Salvador Giner habla de tecnoculturas, identificando la contribución de estas tres ramas en el proceso que propicia la reflexión alrededor de qué es la información y cómo afecta a otros ámbitos. Manuel Castells también habla de esto, de tres ámbitos que hacen que el sistema de información del código genético quede afectado por la manera de diseñar de los informáticos.
La dificultad del Citilab es saber averiguar qué método de diseño en colaboración con el usuario permite encontrar usuarios innovadores. Se trata de diseño frotando el diseño de organizaciones. Entendemos por diseño un sistema que genere unos resultados buscados.
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¿De dónde nace el embrión de Citilab?
Vicenç Badenes, actual director del Citilab había trabajado mucho con comunidades de ciudadanos para promover el uso de las tecnologías en el día a día. Artur Serra, antropólogo, estudiaba los procesos de esta nueva cultura que estaba surgiendo en torno a la tecnología digital, la computación, y sus procesos de creación de conocimiento.
Los tres coincidimos en el primer Congreso Mundial de Redes Ciudadanas, y a partir de aquel momento empezamos a trabajar en el proyecto. Del mismo modo que en la época industrial había unas instituciones, con un perfil determinado de universidades, de centros de búsqueda industrial aplicada, de centros de divulgación etc., hacía falta una nueva entidad catalitzadora de estos nuevos procesos: el Citilab.
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¿Cómo fue la puesta en marcha?
Lo empezamos a pensar como proyecto propio de centro de divulgación de la tecnología de la información, una disciplina que se encuentra con otras disciplinas de creación del conocimiento y de observación de la realidad como son la ciencia o la filosofía. No veía en aquel momento que las instituciones de divulgación como museos de la ciencia o de la tecnología, con una visión muy descriptiva y no activa, aportaran esta perspectiva.
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¿Cómo se puede definir?
Es un centro que promueve la innovación social desde lo digital. Hemos ampliado el concepto de innovación mas allá de los típicos sectores como la universidad, grupos de investigación, la Administración con el marco legal y la empresa. Esta es la cadena lineal típica. Nosotros proponemos “la triple hélice de la innovación”, donde el usuario, el ciudadano activo, tiene un papel fundamental.
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¿Con qué criterio?
Hace unos años había un cierto descontento por la ubicación de la tecnología como hija pobre de la ciencia y por las políticas que en su tiempo estaban destinadas a cerrar la denominada “brecha digital”, consistente en facilitar el acceso a la red. Nosotros pensábamos que estas formas de construir, con un fuerte componente de diseño, requerían de un método de trabajo, de aproximación y divulgación diferentes. Más activa y que se apropiara no sólo de las herramientas de la tecnología sino de la forma de pensar, diseñar y de colaborar de la tecnología para después adaptarlo a las necesidades de cada cual.
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¿Para llegar a dónde?
Internet provoca una capacidad de interconexión ilimitada y se debe ver como un medio de innovación a disposición del ciudadano que le da una nueva capacidad para hacer una interlocución diferente con otros sectores. Por lo tanto, si a un usuario se le ofrece no sólo el acceso a las herramientas sino el conocimiento del uso de las mismas, así como la adaptación a sus necesidades, esto genera un cierto tipo de dinámicas innovadoras que el Citilbab pretende catalitzar.
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¿Un ejemplo de lo que hacen?
El Senior Lab. Ahora a partir de los 55 años se considera senior a un grupo de gente considerados a priori como pasivo y con poco a decir con relación a las nuevas tecnologías. Nos aproximamos a asociaciones locales de Cornellà y creamos un grupo de trabajo con 40 seniors que empezó a evolucionar. Detectamos las siguientes necesitados de este grupo: sentirse reconocido por su franja de edad, necesitado de una mayor autonomía y ser transmisores a las nuevas generaciones.
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¿Con qué resultados?
El grupo lleva un año y medio funcionando. De la idea original de un curso hemos pasado a que ellos creen sus propios proyectos, explicando, por ejemplo, su experiencia como inmigrantes en Cornellà en los años 50 y documentarlo en vídeo, audio, y crear sus propias webs y redes sociales.
Otro ha hecho un blog de poesía, por ejemplo, un espacio d´intercambio para todo un grupo de poetas. Creemos que podemos ir más allá. De hecho tenemos otros interlocutores: empresas interesadas en este segmento, grupos de búsqueda de la 3ª edad, etc. Esto nos ha permitido ver los componentes de un posible método de trabajo.
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¿Qué más proponen?
El Expo Lab, un programa que consta de una primera fase de aproximación a la tecnología, de una segunda donde tú haces tus proyectos y los documentas, y de una tercera con un componente expositivo donde aplicamos dos cosas: el diseño basado en el usuario y la colaboración que permite internet para repensar qué es una exposición y cómo se puede montar.
Se trata de un proceso donde se coge a un grupo de usuarios que trabajan sobre un tema: “cómo te ha cambiado la vida la tecnología en 6 o 7 ámbitos? Se crea un taller con varios módulos expositivos interactivos. La intención es ir más allá del modelo de algunos museos de ciencia o de la web 2.0 aplicado a los museos de comentario a posteriori de las exposiciones; un diseño colectivo explotado de varias maneras.
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¿Dónde se quiere llegar?
Queremos estudiar el proceso para ofrecer a los responsables de museos y de centros de divulgación lo que aprendemos por el camino. El concepto de las exposiciones clásico contaba con un comisario que decidía todo. Ahora, el comisario, el contenido y el formato son tres actores que se relacionan de diversa manera. Como resultado, el comisario tiene un nuevo papel y los usuarios se forman en el contenido mientras hacen la exposición. Se trata sobre todo decun programa de búsqueda de acción y diseño sobre la actividad.
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¿Con qué apoyo pusieron en marcha el Citilab?
Hicimos la propuesta a grandes ayuntamientos que no aceptaban la idea pues todavía era dominante el discurso en torno a una concepción más clásica de la ciencia y de la tecnología. Como Vicenç era regidor de Cornellà lo movió en un momento donde coincidía que este espacio se encontraba por redefinir: de aquí la puesta marcha de esta ciudad del conocimiento digital.
Después se añadió el Ministerio de Industria, creamos un patronato, después una fundación y en el año 1998 redactamos la primera memoria y se puso en marcha todo el proceso. Pero hasta el 2007, el Citilab no abrió sus puertas. En la actualidad funciona con un staff reducido y multidisciplinario que cuenta con muchos colaboradores externos.
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¿Cómo se promocionan?
Hasta el momento no hemos hecho demasiada publicidad porque estábamos probando, investigando sobre nuestra propia organización para que cumpla el objetivo de crear innovadores digitales. La percepción ahora es que se ha creado una marca, Citilab, con unas expectativas altas de innovación social, de tecnología, de cultura. Se nos han acercado muchas ciudades para conocer el modelo. Partimos de la base que la ciudad ha sido históricamente el centro de relación donde pasa la innovación. Unas 17 en todo el mundo están interesadas en replicar algunas experiencias del modelo.
Iniciativas como esta son las que hacen falta para llegar a la sociedad del conocimiento.
Hola
Un pequeño detalle de transcripción. Lo que intentamos es ir «más allá» de la Triple Hélice e introducir en el sistema de innovación directamente al ciudadano. Es muy interesante lo que está pasando entre algunos grupos de Citilabers que están ya proponiéndose muy activamente nuevos proyectos (y hacía sólo seis meses que no sabían más que mover el ratón).
Más info sobre el proyecto Expolab aquí: http://citilab.eu/irene_lapuente
Pronto os podremos dar más info sobre cómo Expolab se proyecta sobre ámbitos culturales y de difusión diferentes a los de la divulgación científica y tecnológica.
Muchas gracias por la oportunidad de aparecer en esta publicación
Ramon Sangüesa