El 14 de febrero del año 842 tenían lugar los conocidos como Juramentos de Estrasburgo, un tratado de paz firmado en dicha ciudad –hoy perteneciente a Francia- entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico, que ponían con ello fin a la guerra que los había estado enfrentando, a la vez que se conjuraban con un pacto de ayuda mutua contra el tercer reino en que se había dividido el Imperio carolingio a la muerte de Ludovico Pío, hijo y heredero de Carlomagno y padre de los dos firmantes de los Juramentos: la Lotaringia, cuyos despojos se fueron repartiendo sus herederos en los siglos siguientes.
CV/ Tras la muerte de Carlomagno en el año 814 el inmenso imperio que había forjado empezó a tambalearse, hasta entrar definitivamente en barrena. Mantener la unidad y la cohesión de un imperio que abarcaba lo que hoy serían Francia, Alemania, Italia, Chequia, Austria, Eslovaquia, Croacia, Hungría, Bosnia y partes de Polonia y de España –los territorios al norte del Ebro-, resultó una tarea imposible para su hijo y heredero, el emperador Ludovico, conocido como «El Piadoso», que reinó entre los años 814 y 840. La quiebra del imperio se ha atribuido a veces a su debilidad de carácter, pero lo cierto es que, si bien careció en todo momento del carisma de su padre, no lo es menos que, precisamente por su extensión y por los heterogéneos territorios y pueblos que incorporaba, su mantenimiento se antojaba muy complicado en cualquier caso.
El propio emperador Ludovico había tenido que hacer frente a la rebelión de sus tres hijos, y había sido destronado durante tres años de guerras y anarquía
El propio emperador Ludovico había tenido que hacer frente a la rebelión de sus tres hijos, y había sido destronado durante tres años de guerras y anarquía, para ser después repuesto por sus propios hijos como figura más testimonial que otra cosa. A su muerte, el Imperio carolingio se dividió en tres reinos. A Carlos el Calvo le correspondió lo que hoy sería Francia, o sea, los antiguos reinos y ducados francos de Neustria, Aquitania, Provenza y la Marca Hispánica. A Luis el Germánico, los reinos y territorios más orientales: Sajonia, Turingia, Suabia, Baviera, Carintia, Moravia… Finalmente, el tercero en discordia, Lotario, se quedó con una franja territorial intermedia: el antiguo reino franco de Austrasia, Burgundia y el norte de Italia –la Lombardía-.
Pronto entraron en guerra entre ellos, en principio con la teórica pretensión de reconstruir bajo la égida personal el antiguo imperio de su abuelo, sin que ninguno fuera lo suficientemente fuerte como para imponerse a los otros dos. Fue entonces cuando en el 842, Carlos y Luis se reconocieron recíprocamente en sus respectivos dominios, ratificando la definitiva fragmentación del Imperio, y firmaron el acuerdo de ayuda mutua cuyo objetivo real era repartirse los territorios de la Lotaringia, así llamada por el nombre del tercer hermano: Lotario. Una especie de colchón entre lo que luego serán Francia y Alemania, cuyos restos serían los países que cubren la franja desde Holanda y Bélgica, pasando por el ducado de Borgoña/Burgundia, hasta Suiza y el norte de Italia. Territorios todos ellos que fueron progresivamente cayendo bajo la influencia del Imperio germánico o del reino de Francia.
Con el acuerdo se sellaba el nacimiento de lo que luego serán Francia y Alemania, dejando también en sus manos las futuras disputas por la hegemonía en el continente europeo
En realidad, con dicho acuerdo se sellaba el nacimiento de lo que luego serán Francia y Alemania, dejando también en sus manos las futuras disputas por la hegemonía en el continente europeo. Y el tratado suscrito es la primera aparición documental histórica de un documento en francés antiguo. Entendámonos, el tratado se redactó en latín, pero simultáneamente, otro nieto de Carlomagno, por nombre Nitardo, lo transcribió a la «teudisca lingua» -la lengua germánica antigua- y al francés, o mejor protofrancés, con la finalidad que cada rey lo leyera ante sus tropas en su lengua ratificando el juramento, y que sus soldados lo pudieran entender porque no conocían el latín.
Que no conocieran el latín los soldados germánicos no romanizados del este, los que estaban con Luis el Germánico, es perfectamente normal, pero que no lo entendieran los francos romanizados de Carlos es una muestra de que, por aquellos tiempos, el latín era ya una lengua desconocida para las clases populares. En definitiva, el reconocimiento de la consumación en el fracaso de la obra que casi un siglo atrás había emprendido su abuelo, Carlomagno, intentando reconstruir de sus cenizas el Imperio romano, en lo que había sido su parte europea occidental. Ya no eran tiempos para tales gestas. El resultado, apenas un siglo y medio después, fue la Europa feudal.
TAMBIÉN ESTA SEMANA:
Lunes, 14 de febrero de 842
Juramentos de Estrasburgo entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico, nietos de Carlomagno, por el cual se repartían los territorios que hoy configuran Francia y Alemania. Es el documento más antiguo que se conserva en francés.
Martes, 15 de febrero de 1942
El ejército imperial japonés toma la colonia británica de Singapur. Ochenta mil soldados británicos cayeron prisioneros de los japoneses tras la rendición. Fueron utilizados para trabajos forzados durante toda la guerra.
Miércoles, 16 de febrero de 1936
En las elecciones generales convocadas, el Frente Popular obtenía la victoria, accediendo al gobierno de la II República española.
Jueves, 17 de febrero de 1673
El autor y actor francés, Jean-Baptiste Poquelin, Molière, entraba en agonía mientras representaba en el escenario su obra ‘El enfermo imaginario’. Fallecía poco después.
Viernes, 18 de febrero de 750
La dinastía árabe abasí, se hace con el control del califato de Damasco tras asesinar a la mayor parte de miembros de la hasta entonces reinante, los omeya. Trasladarán la capital de Damasco a Bagdad.
Sábado, 19 de febrero de 1836
El primer ministro español, Juan Álvarez de Mendizábal, decretaba la desamortización de los bienes de la Iglesia.
Domingo, 20 de febrero de 2005
En España tenía lugar el referéndum de ratificación de la Constitución europea. Participó un 42% del censo y fue aprobada con un 72% de votos favorables.