Motín de Esquilache

Motín de Esquilache, atribuido a Francisco de Goya (ca. 1766, colección privada, París) / Wikimedia

El 26 de marzo de 1766, Leopoldo di Gregorio, marqués de Esquilache y ministro del rey Carlos III, era destituido por el monarca, para aplacar las iras del motín popular que los últimos tres días había sembrado el caos en Madrid.

 

CV / Con frecuencia se ha querido ver en estas algaradas como una manifestación genuina de la idiosincrasia española, que se rebela espontáneamente contra un ministro extranjero que viene a turbar sus castizas costumbres. Sin embargo, más bien se trató de una malévola manipulación de un pueblo rudo e ignorante frente a unas medidas modernizadoras que pretendían sacar al país de su secular atraso. Y entre las costumbres a erradicar, estaban muchos privilegios y corruptelas de la nobleza y de la iglesia, que azuzaron al populacho para sacarse de encima a alguien que estaba obstaculizando la impunidad en que se movían.

Esquilache (Mesina, 1699) era en realidad un personaje ilustrado, o quizás mejor, atendiendo a su condición de gobernante, un déspota ilustrado

Esquilache (Mesina, 1699) era en realidad un personaje ilustrado, o quizás mejor, atendiendo a su condición de gobernante, un déspota ilustrado. Había servido previamente en Nápoles como inspector de aduanas al entonces rey Carlos VII, que a la muerte de su hermano Fernando VI sin descendencia, heredó la corona de España, renunciando a la de Nápoles y convirtiéndose en Carlos III. Esquilache acompañó al rey a España y participó activamente en los intentos de modernización del país, llevando a cabo reformas ilustradas. Fue ministro de hacienda y de la guerra, gozando de la confianza absoluta de Carlos III.

En Madrid, introdujo medidas de saneamiento, de alumbrado y de trazado urbano. Intentó también sanear y racionalizar la economía, estableciendo la administración de rentas, aduanas… Pero como es sabido, cualquier modernizador en España ha topado siempre, y más en aquellos tiempos, con la iracunda hostilidad de los que sacaban provecho del caos, es decir, de la nobleza y de la iglesia. A ésta última, la obligó apagar tributo por los bienes que tuviera en desuso. Y esto, claro, sentó muy mal, creándose todo un círculo de notables parásitos cortesanos y eclesiásticos en contra suya.

También se empeñó Esquilache en corregir ciertos hábitos que ayudaban a convertir las calles de Madrid en inseguras y pasto de salteadores y jaques. Prohibió el uso de  vestimentas que, como la capa y el chambergo, permitían andar por la calle embozado sin que se pudiera distinguir el rostro, y ocultando todo tipo de armas debajo de las dilatadas vestimentas. Instigados por los conspiradores, e inaugurando toda una tradición de supuestos motines «espontáneos», el pueblo llano de Madrid se alzó contra los elevados precios de los alimentos, la real orden sobre las vestimentas, y, claro, contra Esquilache.

Tras tres días de tumultos, el rey cedió y destituyó a su ministro. En realidad esta fue la única medida que tomó

Tras tres días de tumultos, el rey cedió y destituyó a su ministro. En realidad esta fue la única medida que tomó, porque ni los precios de los alimentos bajaron, ni la real orden sobre la vestimenta con capa corta fue derogada. Pero es que esto a los instigadores de los tumultos, la nobleza y el clero, se la traía al pairo. Lo que querían era la cabeza de Esquilache. Y la obtuvieron, al menos simbólicamente… Tras su destitución, un decepcionado Esquilache embarcó en Cartagena con rumbo a Nápoles.

Para Carlos III fue también un contratiempo y una decepción. A partir de entonces se desentendió progresivamente de sus tareas de gobierno y se dedicó a actividades lúdicas y cinegéticas. Debió pensar que este país no tenía solución.

En agradecimiento por sus servicios, Carlos III le nombro en 1776 embajador de España en Venecia. Se mantuvo en este cargo hasta su muerte en 1785, a los 85 años de edad. Nunca volvió a España.

 

TAMBIÉN ESTA SEMANA:

Lunes 23 de marzo:

Año 1912: Nacía en Wyrzysk (Alemania), Werner von Braun, ingeniero y físico alemán, diseñador de los V-2 durante la II Guerra Mundial, y del cohete Saturno V que llevó al Apolo 11 a la Luna.

Martes 24 de marzo:

Año 146 a.C.: La ciudad de Cartago caía definitivamente en manos del ejército romano de Escipión el Emiliano. La ciudad fue destruida y se sembró sal en su recinto para que no volviera a crecer ni la yerba. Concluía con ello la III y última de las guerras púnicas. La Primera había empezado 118 años atrás, en el 264 a.C.

Miércoles 25 de marzo:

Año 1655: El astrónomo y físico holandés, Christiaan Huygens, descubría Titán, el mayor de los satélites de Saturno.

Jueves 26 de marzo:

Año 1766: El rey de España, Carlos III, destituía a su primer ministro, el marqués de Esquilache, tras el motín popular de tres días por haber prohibido circular por Madrid con la capa embozada.

Viernes 27 de marzo:

Año 1572: Fray Luis de León era encarcelado por la Inquisición española, acusado de sostener que la Biblia Vulgata –en latín- contenía errores de traducción. Permaneció dos años encarcelados. Según la tradición, tras ser excarcelado y repuesto como profesor en la Universidad de Salamanca, reinició su primera clase diciendo “…Decíamos ayer”. Muchos expertos dudan que jamás pronunciara esta frase. Entre otras razones, porque antes de ser encarcelado enseñaba Interpretación bíblica, y tras el encarcelamiento, Teología.

Sábado 28 de marzo:

Año 1935: El ingeniero y militar español Virgilio Leret, registraba en Madrid la primera patente de un motor a reacción. Aunque el presidente español Manuel Azaña manifestó su interés por el proyecto y dispuso que la fábrica Hispano Suiza desarrollara un avión a reacción con el modelo de Leret. El proyecto no tuvo continuidad. Leret, militar leal a la República, fue fusilado por Franco en julio de 1936.

Domingo 29 de marzo:

Año 1865: El general confederado Robert E. Lee se rendía en Appomattox ante el general unionista Ulysses S. Grant. Concluía la Guerra Civil Americana. Se había prolongado durante cuatro años, durante los cuales murieron unos 850.000 hombres.

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