Nicolás Maquiavelo

Maquiavelo

Maquiavelo es un pensador pragmático de la política, en el sentido de qué és y cómo funciona, en lugar de qué debería ser y cómo debería normativamente funcionar.

Tal día como hoy… 3 de mayo de 1469 nacía Nicolás Maquiavelo

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El 3 de mayo de 1469 nacía en San Casciano in Val di Pesa, cerca de Florencia, Nicolás Maquiavelo. Fue el reintroductor en Europa de la filosofía y teoría políticas. También es el responsable del peyorativo epíteto «maquiavélico»… Injustamente, ya que no se corresponde tanto a la manera de ser de Maquiavelo, como a la de los políticos y «príncipes» que describe; a la del poder, en definitiva.

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CV / Vivió en la Italia renacentista compuesta por un mosaico de repúblicas y principados, que de la tradicional disputa entre güelfos y gibelinos habían pasado a convertirse en campo de batalla entre franceses y españoles. Un inmejorable y truculento escenario para el aprendizaje práctico de los usos de la política, sujeto a un delicado equilibrio y a vaivenes y cambios de fortuna repentinos, que luego tan magistralmente supo teorizar.

Su juventud coincidió con el momento de mayor esplendor de la República de Florencia, durante la etapa de Lorenzo el Magnífico (1449-1492)

Su juventud coincidió con el momento de mayor esplendor de la República de Florencia, durante la etapa de Lorenzo el Magnífico (1449-1492), tras cuya muerte, y con la expulsión de los Mèdici, accedió Maquiavelo al cargo de diplomático de rango medio. Visitó Francia y varias cortes alemanas e italianas. Los tiempos de Maquiavelo son los del esplendor de los Borgia en Roma; del Papa Alejandro VI y de su sobrino César. No parece que Maquiavelo llegara a conocer personalmente a César Borgia, pero sí conoció a Leonardo da Vinci, que había estado contratado por éste.

Tras el retorno de los Mèdici al poder en Florencia, en 1512, Maquiavelo cayó en desgracia. Fue destituido y detenido por un tiempo, hasta que por intercesión del papa León X fue excarcelado, pero recluido en su pequeña propiedad en San Casciano. Allí malvivió dedicándose a escribir, siendo ésta su época de mayor producción literaria, desde traducciones de los clásicos hasta sus obras maestras, como ‘El Príncipe’ (1513) o ‘El arte de la guerra’ (1520). Fue amnistiado en 1521, pero acusado de nuevo, falsamente, de conspirar contra los Mèdici, sufrió otra vez encarcelamiento y tortura, librándose acaso de mayores por la caída definitiva de los Mèdici. Poco después, el nuevo papa Clemente VII –un Mèdici- le encargó desde Roma una historia de Florencia. Irónicamente, fue acusado entonces por sus compatriotas de ser partidario de los Mèdici.

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La teoría política de «El Príncipe«

Maquiavelo es un pensador pragmático de la política, en el sentido de qué és y cómo funciona, en lugar de qué debería ser y cómo debería normativamente funcionar. Sus crudas descripciones sentaron ciertamente muy mal en su tiempo, como sentarían en cualquier otro con otros cualesquiera políticos. Su modernidad radica en que retoma la disciplina del pensamiento político desde los griegos, prácticamente inexistente durante la Edad Media.

En la Antigüedad, habían hecho teoría política muchos filósofos griegos, destacando Platón y Aristóteles. Pero con el advenimiento del cristianismo y el modelo teocrático medieval, se extinguió de hecho. Ello porque, y aun a riesgo de simplificar, si el poder reside en Dios y éste lo delega en sus representantes, espiritual –el Papa y la Iglesia-, y temporal –el emperador, reyes y feudales-, la verdad es que poco hay sobre qué pensar en tal materia. Con el Renacimiento todo esto se empieza a cuestionar, y surgirán personajes como Maquiavelo, Erasmo, Tomás Moro, llegando hasta Hobbes, resucitando la filosofía política.

En política el fin justifica los medios; no porque deba ser o no ser así, sino porque, sin más, es así. Y el poder es un fin en sí mismo, no un medio, nos dirá Maquiavelo

Hay dos máximas fundamentales en ‘El Príncipe’ sobre las cuales edifica Maquiavelo su teoría política. La primera es que en política el fin justifica los medios; no porque deba ser o no ser así, sino porque, sin más, es así. La segunda, que el poder es un fin en sí mismo, no un medio. En ambos casos, afirmaciones de auténtico escándalo para un sistema cuyos vetustos fundamentos se legitimaban en la teología y en la moral cristiana. No es que la política sea inmoral o los políticos inmorales, ni siquiera amorales, sino que el poder tiene su propia lógica de funcionamiento. En términos actuales, a Maquiavelo le harían mucha gracia expresiones como «crímenes de guerra». El criminal de guerra, nos diría con toda seguridad, los es porque ha perdido; de haber vencido el perdedor, el criminal de guerra sería el ahora vencedor. Así que, nos diría, dejémonos de mojigaterías. Gustará o no que sea así, pero es lo que hay. Y al que no le guste, pues que lea poesía o novela rosa.

Hay una cierta disputa sobre quién es el personaje real que inspiró la figura del Príncipe. Ciertamente no era el mediocre Lorenzo II de Mèdici a quien va dirigida la dedicatoria para ganarse su favor, en vano. Los otros dos candidatos son César Borgia (1475-1507) y Fernando el Católico (1452-1516); cualquiera de los dos y ambos.

Maquiavelo murió en su villa natal el 22 de julio de 1527 a los 58 años, como consecuencia de una peritonitis, ignorado por sus contemporáneos. Tal vez de haberle prestado más atención, les hubiera ido mejor.

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