
Tal día como hoy… 11 de febrero de 1858 tuvo lugar Lourdes la primera aparición de la Virgen María
El 11 de febrero de 1858 tuvo lugar Lourdes, siempre según la versión de la Iglesia católica, la primera aparición de la Virgen María a la pastora Bernarda Soubirous, de 11 años de edad, Bernadette. En total, hubo 18 apariciones, tras las cuales la población se convirtió en un lugar de peregrinación y de curaciones milagrosas.
CV / Por regla general, a la Iglesia siempre le han resultado extremadamente incómodas las apariciones, en gran medida porque, históricamente, han acostumbrado a llevar aparejadas herejías que cuestionan su autoridad por parte de los iluminados que se consideran escogidos, y también porque desde el orden temporal eclesiástico, una aparición divina es, se mire como se mire, saltarse el escalafón puenteando a la institución que ejerce la función mediadora entre Dios y los fieles, la propia Iglesia.
Por regla general, a la Iglesia siempre le han resultado extremadamente incómodas las apariciones pero en según qué épocas también las ha aprovechado y reconocido
Pero en según qué épocas, y siempre en función del contexto, la Iglesia también las ha aprovechado y reconocido; fundamentalmente si se considera que pueden ser propagandísticamente beneficiosas y, también, si no entrañan peligro de eventuales herejías. No es lo mismo, en este sentido, que la Virgen o Jesucristo se le aparezcan a alguien inofensivo, que a un líder religioso enfrentado a la curia Vaticana, por ejemplo.
El caso de las apariciones de Lourdes encajó perfectamente en estos dos supuestos requeridos. La Iglesia vivía en Francia tiempos difíciles desde la Revolución. La restauración borbónica de 1815 había sido un veranillo de San Martín, un paréntesis que duró más o menos hasta la revolución de 1848, que echó al último rey francés, Luis Felipe de Orleans, e implantó la II República. En 1858 Francia llevaba ya seis años bajo el II Imperio, pero Napoleón III no dejaba de ser, al fin y al cabo, un Bonaparte. Las ciudades eran laicas y republicanas, mientras que en las zonas rurales pervivían vestigios del antiguo régimen, la Iglesia el más importante de ellos. Y nada mejor que una aparición milagrosa para ejercer de revulsivo entre los fieles.
“Yo soy la Inmaculada Concepción”
Por su parte, Bernadette era una pastora analfabeta que probablemente ni siquiera hablaba el francés –la Virgen le habló en gascón u occitano-. Era la mayor de nueve hermanos, la mayoría de los cuales murieron los primeros años de vida, en una familia pobre de solemnidad. Su padre trabajaba en un molino de agua que se quedó sin trabajo por la sequía y por la aparición de la competencia, los molinos de vapor. Su madre era modista ocasional y sumamente devota. En cierta ocasión, la familia tuvo que mudarse a una celda de la antigua prisión de Lourdes, siendo conocidos como «los que viven en el calabozo». Bernadette tenía muy mala salud. Contrajo el cólera durante la epidemia de 1855, y aunque sobrevivió, le dejó secuelas importantes. Algo más tarde contrajo asma. No fue a la escuela y no aprendió a leer y a escribir hasta los 16 años, después de las apariciones.
Bernadette era una pastora analfabeta que probablemente ni siquiera hablaba el francés –la Virgen le habló en gascón u occitano-
Y había también otro problema. El 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX había explicitado el dogma de la Inmaculada Concepción, que eximía a la Madre de Jesucristo de haber heredado el pecado original y sostenía su virginidad, sobreentendiendo que la carencia de tal atributo hubiera sido una mácula imperdonable. Dicho dogma fue cuestionado y era objeto de fuertes críticas por parte de sectores laicos –y también confesionales- que lo utilizaban para atacar a la religión como un conjunto de supersticiones.

Desde el 11 de febrero, y durante los siguientes 6 meses, Bernadette recibió hasta 18 apariciones de alguien que, no fue hasta la décimo sexta aparición, se le identificó en occitano como la Inmaculada Concepción: “Qué soï era immaculado councepcioũ” –“Yo soy la Inmaculada Concepción”-. Para Bernadette era una joven con la que se veía y a la que llamaba Aqueró –Aquélla-. Siempre siguió utilizando este término. Se veían en una cueva cerca de Lourdes, Masse-Vieille.
Ni que decir tiene que lo más importante, mucho más que el descubrimiento del manantial de agua milagrosa, fue la afirmación de que era la Inmaculada Concepción, pues esto ratificaba las tesis de la Iglesia y la infalibilidad papal. En Lourdes se esculpió una talla de la virgen y empezó a correr la noticia de curaciones milagrosas con el agua del manantial descubierto por Bernadette siguiendo indicaciones de Aqueró. Y se convirtió en el negocio que es hoy.
Bernadette fue acogida en un hospicio de las Hermanas de la Caridad en Nevers. Lo pasó mal, muy mal, en el convento
En 1860, Bernadette fue acogida en un hospicio de las Hermanas de la Caridad en Nevers. Dos años después solicitó ingresar en la comunidad y entró como novicia en 1866. Lo pasó mal, muy mal, en el convento. La Madre Superiora, que no creía en sus visiones ni en sus dolencias, la consideraba una inútil que solo quería llamar la atención con sus múltiples dolencias. Llegó a encerrarla en su celda. En realidad, a su asma crónica y otros achaques se le añadía una tuberculosis ósea. Murió el 16 de abril de 1879, a los 35 años.
El 2 de septiembre de 1909, su cadáver fue desenterrado y hallado incorrupto. En 1925 fue beatificada por Pío XI, el mismo papa que la canonizó en 1933. Está considerada por la Iglesia una mística cristiana.
Recomiendo la lectura del ibro «LOURDES UN MILAGROSO NEGOCIO» donde se explica la verdad sobre la historia de Lourdes y su milagro