Proclamación del II Reich

Die Proklamation des Deutschen Kaiserreiches, 3.ª versión, regalado por el Emperador Guillermo I de Alemania a Otto von Bismarck por su septuagésimo aniversario (1885). / Wikimedia

Tal día como hoy… 18 de enero de 1871 se proclamaba el II Reich

 

El 18 de enero de 1871, en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, el canciller prusiano Otto von Bismark proclamaba el Imperio alemán, el II Reich, y al rey de Prusia emperador de Alemania, con el título de káiser –César- Guillermo I de Hohenzollern. Se consumaba con ello la unificación alemana que el romanticismo nacionalista venía propugnando desde principios del siglo XIX.

 

CV / En rigor, Alemania nunca había sido antes una nación política moderna, aunque sus orígenes históricos se remontaban hasta el siglo IX, cuando tras la desmembración del Imperio carolingio, a Luis el «germánico» le correspondió en el reparto lo que vagamente se correspondería con lo que hoy es Alemania. Luego, ya en el siglo X, se constituyó bajo Otón I el Sacro Imperio Romano Germánico, una estructura que pasó durante casi mil años por todo tipo de avatares, hasta que Napoleón lo desmanteló en 1806 tras la batalla de Jena.

En rigor, Alemania nunca había sido antes una nación política moderna, aunque sus orígenes históricos se remontaban hasta el siglo IX

Después de la derrota de Napoleón, los territorios alemanes se constituyeron en distintos principados y repúblicas independientes, los más importantes de los cuales eran la católica Austria, cuyo monarca se arrogó el título de emperador, pretendidamente heredado del desaparecido Sacro Imperio, y la luterana Prusia, un antiguo ducado convertido en reino por el Tratado de Utrech (1713), de fuerte carácter militarista, hasta el punto que alguien dijo de Prusia que era un país pegado a un ejército.

A lo largo del siglo XIX, y al pairo de procesos de unificación política como el que se llevó a cabo en Italia (1860), la pugna en Alemania era quien iba a hegemonizar la eventual unificación política, Prusia o Austria. Desde la perspectiva del etnicismo propio del nacionalismo alemán de raíz romántica, postulado por autores como Fichte o Herder, Austria presentaba el «problema» de que estaba unida a Hungría, que no era «germánica», y esto era un hándicap insoslayable.

En el año 1864, Austria y Prusia se habían unido contra Dinamarca para arrebatarle los condados «alemanes» de Schleswig-Holstein y Lauenburgo

En el año 1864, Austria y Prusia se habían unido contra Dinamarca para arrebatarle los condados «alemanes» de Schleswig-Holstein y Lauenburgo, con la intención de integrarlos en la Confederación Germánica. Pero el canciller prusiano Otto von Bismark (1815-1898) tenía sus propios planes. Dos años después, le declaró la guerra a Austria derrotándola fulminantemente en la que se conoció como la Guerra de las Siete Semanas (1866), como consecuencia de la cual se expulsó a Austria de la Confederación Germánica, dejándole el terreno expedito a Prusia. Pero una Alemania unida políticamente bajo la égida prusiana no era muy del gusto del emperador francés Napoleón III, así que el estallido de una guerra era solo cuestión de tiempo.

 

Napoleón declara la guerra a Prusia

La «oportunidad» llegó con motivo de la revolución «Gloriosa» en España, que echó a Isabel II de Borbón y puso el trono español «vacante» a la espera de encontrar algún príncipe de casa real europea que lo ocupara. El primer ministro español, el general Juan Prim, propuso al príncipe Leopoldo de Hohenzollern, de la dinastía reinante en Prusia. Napoleón III se opuso tajantemente a la idea de un príncipe prusiano reinando en España. Leopoldo renunció, pero Bismark se las arregló para filtrar un telegrama –el telegrama de Erms- debidamente manipulado en términos insultantes para Francia, lo cual llevó al impetuoso «petit» Napoleón a declarar la guerra a Prusia.

Que el Imperio alemán se proclamara en Versalles fue para Francia una humillación casi tan dolorosa como la pérdida de las regiones de Alsacia y Lorena

Fue derrotado sin paliativos y hasta cayó prisionero de los prusianos. París fue asediada, en la ciudad estalló la revolución conocida como la Comuna de París y en Francia se proclamó la III República. Mientras todo esto ocurría, en la Sala de los Espejos del Palacio de Versalles ocupado por los prusianos, Bismark declaró la unificación de todos los territorios alemanes bajo el II Reich, el segundo imperio.

Que el Imperio alemán se proclamara en Versalles fue para Francia una humillación casi tan dolorosa como la pérdida de las regiones de Alsacia y Lorena, y dejó abierto el escenario para el mayor conflicto bélico que se había conocido hasta entonces. El II Imperio alemán tuvo una existencia efímera, de 1871 a 1918, cuando el nieto de Guillermo I, Guillermo II, abdicó tras la derrota alemana en la I Guerra Mundial.

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