Se le conocen diversos lances amorosos y se batió en duelo en más de un ocasión, saliendo, al parecer, siempre victorioso
Tal día como hoy… 11 de febrero de 1650, fallecía René Descartes
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El 11 de febrero de 1650, fallecía en Estocolmo, a los 53 años de edad, René Descartes, fundador de la Filosofía moderna y del Racionalismo, matemático, padre de la geometría analítica y uno de los prohombres que impulsaron la Revolución científica.
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CV / Había nacido el año 1596 en Le Haye en Touraine (Francia), población que desde 1967 tomó el nombre de Descartes en homenaje a su hijo más ilustre. Pertenecía a una familia de la baja nobleza rural y cursó sus primeros estudios en La Flèche, un centro de la orden de los Jesuitas, en el cual recibió una sólida formación en Matemáticas, en cultura clásica y en el pensamiento filosófico neoescolástico Francisco Suárez. Estudió en la Universidad de Poitiers.
Postuló que mediante el uso de la razón se puede llegar a la verdad, y que las Matemáticas son el instrumento para alcanzarla
Durante su vida, alternó sus reflexiones filosóficas y sus investigaciones matemáticas y científicas con otras actividades más mundanas. Se enroló en el ejército y participó en algún episodio de la Guerra de los Treinta Años. Se le conocen diversos lances amorosos y se batió en duelo en más de un ocasión, saliendo, al parecer, siempre victorioso. En cierta ocasión desarmó con su espada a unos bandidos que trataron de asaltar la barcaza en que viajaba.
Aun planteando una separación radical entre cuerpo y alma, entre pensamiento y extensión, postuló que mediante el uso de la razón se puede llegar a la verdad, y que las Matemáticas son el instrumento para alcanzarla. Su filosofía es la fundamentación intelectual del concepto de ciencia que surge con la Revolución Científica.
Escribió un tratado en el cual se adscribía al heliocentrismo, pero conocedor de la condena a Galileo por sostener esta tesis, optó por quemarlo para evitar ruidos con la Iglesia. En 1649, aceptó la propuesta de la reina Cristina de Suecia, que le ofreció trasladarse a su Corte y desarrollar allí sus trabajos e investigaciones con total libertad.
Descartes llegó a Suecia a finales de 1649, y pronto entendió que tal viaje había sido un error. No había contado con el gélido clima escandinavo, ni con la austeridad de la corte sueca, a cuyas costumbres iba a ser muy difícil que se adaptara un bon vivant como él. Además, la reina atendía durante el día los asuntos de estado, y le reclamaba de madrugada para que le impartiera lecciones. En palabras del propio Descartes, aquello era un buen sitio para los osos, pero no para las personas. A los pocos meses, enfermaba y moría de neumonía. “Il faut partir”, se cuenta que dijo, consciente de la gravedad de su estado.
Se ha especulado con la posibilidad de que no muriera de neumonía, sino envenenado con arsénico
Se ha especulado con la posibilidad de que no muriera de neumonía, sino envenenado con arsénico. Todo esto levantó una cierta polvareda sensacionalista en su momento, apuntando que Descartes iba a abjurar del catolicismo para convertirse al luteranismo, y por ello fue envenenado por espías jesuitas, españoles o franceses. Si tenemos en cuenta que quien se convirtió al catolicismo poco después fue la reina Cristina y que tuvo que abdicar por ello, la verdad es que tal tesis resulta poco verosímil. O que, por el contrario, el envenenamiento fuera obra de los sectores luteranos más fanáticos de la corte sueca, que considerarían a Descartes algo así como un réprobo ateo. Ninguno de estos extremos ha sido probado.
Los restos de Descartes reposan actualmente en la abadía de Saint-Germain-des-Prés, menos su supuesto cráneo, que está en el Musée de l’Home. Eso sí, en ambos casos en París.
Digamos como anécdota que, además de sus obras filosóficas y científicas, como las ‘Meditaciones Metafísicas’, ‘La Geometría’, ‘El Discurso del Método’ o las ‘Reglas para la dirección del Entendimiento’, entre sus escritos hay un tratado de esgrima… como espadachín que fue también.
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