CÉZANNE site / non-site
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El Museo Thyssen‐Bornemisza presenta la primera retrospectiva de Cézanne en España en treinta años, desde la exposición del MEAC de 1984. La muestra incluye 58 pinturas del artista ‐49 óleos y 9 acuarelas‐ procedentes de museos y colecciones privadas de todo el mundo (incluyendo Estados Unidos, Australia o Japón), muchas inéditas en nuestro país, que se expondrán junto a 9 obras de otros artistas como Pissarro, Gauguin, Bernard, Derain, Braque, Dufy y Lhote.

Paul Cézanne (1839‐1906) nació en Aix‐en‐Provence, hijo de un acomodado fabricante de sombreros (y después banquero), del que dirá, no sin ironía: “Mi padre era un hombre de genio; me dejó una renta de 25.000 francos.” Cézanne fue compañero de colegio del futuro escritor Émile Zola, con quien mantendría una íntima (y compleja) amistad durante muchos años. Aunque por deseo paterno Cézanne inició los estudios de Derecho, pronto se trasladó a París para seguir su verdadera vocación, la pintura. Allí trabó amistad con Pissarro, diez años mayor, quien será para él lo más parecido a un maestro. También conoció a Manet y se integró en la tertulia de los impresionistas del café Guerbois.
Desde 1863, Cézanne enviaba anualmente sus cuadros al Salón oficial, siempre en vano. En 1874 participó en la primera exposición del grupo impresionista, pero solo volvería a exponer con ellos en una ocasión, en 1877. La crítica lo consideraba como el artista más torpe y excéntrico del grupo. Las palabras denigratorias que los críticos dedicaban a su pintura —brutal, tosca, infantil, primitiva— se convertirían con el tiempo en términos de elogio para la originalidad de su obra.
Mientras sus colegas, encabezados por Monet y Renoir, iban conociendo el éxito, Cézanne retirado en Aix, siguió siendo ignorado hasta 1895. Entre noviembre y diciembre de aquel año, su primera exposición individual (unas 150 obras) en la galería del marchante Ambroise Vollard le granjeí el respeto y la admiración de sus compañeros e hizo de él una referencia esencial para los pintores jóvenes. Cuando Paul Cézanne murió, diez años después, ya era reconocido como una figura crucial del arte moderno.
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Naturaleza muerta
El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre. Pero, a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga también una importancia decisiva a un género propio del taller: la naturaleza muerta.

A lo largo de toda su carrera, cultiva paralelamente el paisaje y la naturaleza muerta, que encarnan respectivamente el encuentro directo con la naturaleza y el laboratorio de la composición. El subtítulo de la exposición, site / non-site, tomado del artista y teórico Robert Smithson, alude a esa dialéctica entre exterior e interior, entre la pintura al aire libre y el trabajo en el estudio.
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Retrato de un desconocido
La primera sección consta de un solo cuadro, el único retrato incluido en la exposición: el Retrato de un campesino, de la colección Thyssen‐Bornemisza, uno de los últimos lienzos en que trabajó antes de su muerte. El rostro de este viejo campesino ha quedado sin pintar, como un hueco enigmático. Sabemos que Cézanne, cuando le faltaba uno de sus modelos, posaba a veces él mismo ante el espejo. ¿Se trata en realidad de un autorretrato indirecto del pintor?
El Retrato del campesino está situado en la terraza del último estudio del pintor; entre el interior y el aire libre. Pero esa distinción se supera en el cuadro. La chaqueta azul se confunde a trozos con la vegetación verdiazul del jardín, igual que en esas vistas de la Sainte‐Victoire donde montaña y cielo se interpenetran. Desdibujando la frontera entre figura y fondo. Restaurando la continuidad entre el hombre y la naturaleza.