Producen un combustible con características adecuadas para su uso comercial utilizando la comida que se desecha en restaurantes. Así, logran el objetivo de conseguir una economía circular, donde los residuos se conviertan en la materia prima de otros productos.
Los científicos llevan varios años utilizando aceite de fritura para obtener biodiésel, un biocombustible que puede sustituir a los derivados del petróleo y que contamina menos. El problema es conseguir un fluido puro, tal y como establece la normativa europea. “La calidad del aceite influye mucho en el desarrollo del biodiésel”, explica Jose Aracil, catedrático de la UCM.
Una línea de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) y del Campus de Excelencia Internacional Agroalimentario ceiA3 ha ahondado en una de las fases en la obtención de biocombustibles de segunda generación con el fin de reducir los costes en este proceso. Para ello, los investigadores han trabajado con ondas de ultrasonido.
El grupo de investigación Biotecnología de algas, de la Universidad de Huelva, ha demostrado, en laboratorio, que una microalga del río Tinto (Huelva), aislada de un medio extremo -aguas ácidas y ricas en metales pesados- y con falta de nutrientes, genera ácidos grasos adecuados para producir biodiésel. Según los expertos, estos resultados suponen un avance en la búsqueda de soluciones rentables y alternativas al petróleo como fuente de energía.
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