Las especies de aves insulares tienen el cerebro más grande en comparación con el tamaño de su cuerpo que las que habitan en el continente. A diferencia del continente, en las islas los animales no pueden marcharse cuando se deterioran las condiciones. Un cerebro grande permite hacer frente a los desafíos porque facilita el desarrollo de respuestas de comportamiento.
La urbanización es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad que se conocen, si bien las causas que subyacen son poco conocidas. Para comprender este fenómeno, un equipo internacional liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha recopilado datos de aves que habitan en 22 regiones del mundo y ha aportado evidencias claras de que las especies que toleran bien la urbanización son aquellas que poseen ciertas adaptaciones, como la de distribuir su esfuerzo reproductor en diferentes eventos en vez de poner “todos sus huevos en una única cesta”.
Un equipo de investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales ha descubierto que un grupo de aves costeras, las limícolas, no eligen a sus parejas por el tamaño del cerebro sino “por su físico”.
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