Durante nuestra evolución el cerebro ha ampliado estructuras en detrimento de otras. De esta manera hemos tendido hacia humanos más racionales y menos emocionales. De todas formas, aunque les pese a muchos, todavía arrastramos más instinto que raciocinio.
Un equipo liderado por la investigadora española Aida Gómez-Robles, del departamento de antropología de la Universidad George Washington (EE UU) ha publicado en la revista Nature Communications un artículo que plantea que el cerebro de chimpancés y humanos es especialmente flexible debido a la independencia relativa de sus distintas áreas.
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