Cuando hace 18.000 años los humanos entraron en América por el estrecho de Bering se encontraron con un clima y una alimentación totalmente diferentes. Un estudio demuestra que esta migración dejó huellas en el genoma de los nativos americanos, descendientes de aquellos primeros colonos. El frío hizo que sólo unos cuantos individuos sobrevivieran a la travesía del estrecho de Bering. Muchos de los nativos americanos todavía conservan adaptaciones al clima ártico aunque ya no les son necesarias.
Una combinación de datos de individuos antiguos y modernos de la población del Ártico norteamericano ha aportado uno de los retratos más claros de la historia de dicha región, la última de las Américas en ser poblada. Los hallazgos de este grupo de científicos sugieren que compartieron un ancestro siberiano común.
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