Los niños y los adolescentes diagnosticados con cáncer se enfrentan a un reto adicional a su ya difícil situación: la legislación europea influye de forma negativa en el tratamiento que reciben.
Los que sobreviven a un cáncer infantil, aunque están «curados» de cáncer, a menudo experimentan efectos secundarios físicos y psicológicos posteriores como consecuencia del cáncer o de su tratamiento.
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