Cerca de veinte millones de personas en la Unión Europea sufren trastornos alimentarios que suponen un coste anual de un billón de euros y que son debilitantes y estresantes en el mejor de los casos, y fatales en el peor. Quienes los sufren suelen recibir tratamiento con gran retraso, pero ahora una tecnología «inteligente» podría acortar plazos.
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