La investigación abre la puerta al uso de venenos como nueva fuente de lanzaderas para atravesar la barrera hematoencefálica / Wikimedia
Un componente del veneno de abeja puede contribuir a mejorar los fármacos que tratan enfermedades del cerebro
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Una molécula, concretamente un péptido diseñado a partir del veneno de abeja, puede convertirse en una aportación importante para incrementar la eficacia de los fármacos que tratan enfermedades del sistema nervioso central. La investigación de Benjamí Oller Salvia ha consistido en elaborar este «vehículo» o «lanzadera molecular» creado a partir de una neurotoxina capaz de atravesar la barrera hematoencefálica para transportar fármacos al cerebro.
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UB / El paso de sustancias de la sangre al cerebro está controlado de forma estricta por una barrera de células que tiene la misión de evitar la entrada de agentes externos e infecciones. Esta función protectora, sin embargo, es a la vez un escollo infranqueable para la gran mayoría de fármacos destinados a tratar enfermedades del sistema nervioso central, desde cánceres hasta varias enfermedades minoritarias. Existe toda una línea de investigación del Instituto de Investigación Biomédica (IRB Barcelona) dedicada a los péptidos lanzadera para atravesar esta barrera, en la que se enmarca la tesis doctoral del Dr. Oller Salvia, dirigida por el catedrático de la Facultad de Química de la UB Ernest Giralt y por la Dra. Meritxell Teixidó.
[blocktext align=”left”]Abre la puerta al uso de venenos como nueva fuente de lanzaderas para atravesar la barrera hematoencefálica
Durante su investigación, Oller Salvia diseñó el péptido MiniAp-4 minimizando la apamina, una neurotoxina del veneno de abeja. MiniAp-4 es mucho menos tóxico e inmunógeno que la neurotoxina inicial y tiene mayor permeabilidad a través de la barrera hematoencefálica. El nuevo péptido ha demostrado ser capaz de transportar fármacos, incluyendo proteínas terapéuticas, y nanopartículas in vitro, en un modelo con células humanas que reproduce la barrera hematoencefálica, y también se ha probado in vivo en ratones.