Tal día como hoy… 8 de octubre de 1894 nacía Vicente Rojo LLuch
El 8 de octubre de 1894 nacía en Fuente la Higuera (Valencia) Vicente Rojo LLuch, el general que dirigió a las fuerzas republicanas durante la Guerra Civil y elaboró estrategias de defensa que paliaran la abrumadora superioridad material del enemigo.
CV / Rojo era hijo de un teniente fallecido tres meses antes de su nacimiento, y el menor de seis hermanos, fue educado en la Institución Huérfanos de Infantería, ingresando luego en la Academia de Toledo. Obtuvo el grado de subteniente, siendo el segundo de una promoción de 390. Fue destinado luego a Marruecos, y posteriormente a Vic (Cataluña), hasta que consiguió ingresar como profesor en la Academia de Infantería de Toledo, en 1922, siendo ya capitán.
Según la mayoría de estudiosos, Rojo fue el militar más capaz de toda la guerra, y llevó de cabeza a Franco –que no era precisamente un genio militar-
Rojo era un hombre estudioso de la estrategia militar y católico. Ello no obstante, se mantuvo fiel al juramento de fidelidad a la República cuando estalló la rebelión de los militares en 1936. En el caos que siguió en el lado republicano, con la práctica desaparición del Estado, Rojo se dispuso a ayudar y asesorar militarmente a las columnas de milicianos que estaban combatiendo a los requetés de Mola en Somosierra. Pronto fue destinado a intentar reorganizar el ejército republicano. Según la mayoría de estudiosos, Rojo fue el militar más capaz de toda la guerra, y llevó de cabeza a Franco –que no era precisamente un genio militar-.
Cuando los dirigentes republicanos abandonaron Madrid, Rojo se quedó junto a Miaja y dirigió la defensa de la ciudad, obteniendo la primera victoria de la República en toda la guerra. Fue el hombre de confianza de Negrín y Azaña. Luego, todo fue una carrera contra reloj para conseguir formar un ejército capaz con un material inferior al del enemigo. Su ejército de maniobra, para el cual se sirvió de la mayoría de mandos comunistas -los más disciplinados- como Modesto, Tagüeña o Líster, estuvo en las principales batallas de la guerra: Brunete, Guadalajara, Belchite, Teruel, el Ebro…
Rojo sabía que Franco estaba sobrado de medios para avanzar sobre Madrid una vez caído el frente del norte
Rojo sabía que Franco estaba sobrado de medios para avanzar sobre Madrid una vez caído el frente del norte. Para evitarlo, intentó maniobras de dispersión que obligaran a Franco a distraer sus fuerzas. Pero mientras Italia y Alemania reforzaban a Franco con hombres y material, las democracias se mantenían en la hipócrita «no intervención» que condenó a la República. Su ejército de maniobra era sin duda el mejor de la República, pero no suficiente. Tras la ofensiva franquista en Aragón, con el frente roto y los políticos pendientes de sus mezquinas rencillas, en julio de 1938 la situación militar de la República era desesperada. Obedeció las órdenes que se le dieron y lo intentó por última vez en un postrer esfuerzo: la batalla del Ebro, desde cuyo principio ocurrieron cosas «raras» no atribuibles exclusivamente a la proverbial desorganización republicana.
Rojo en la batalla del Ebro
En realidad, bien podría decirse que el ejército del Ebro se vio abandonado por el resto del ejército republicano, que no cumplió con su parte del plan. En los primeros momentos de la ofensiva, el factor sorpresa y el apoyo de la aviación eran esenciales. Y para evitar que desplazara, como siempre, el grueso de sus fuerzas al frente de batalla, se planearon varias operaciones que implicaban a otras unidades republicanas. Una brigada de infantería de marina desembarcaría en Motril (Granada), y el ejército del centro iniciaría una ofensiva controlada que forzara a Franco a retener allí sus unidades. Pero nada de esto ocurrió… Y el ejército del Ebro se quedó solo.
El avance republicano fue detenido y empezó la contraofensiva franquista, con toda su abrumadora superioridad material
Mientras las fuerzas de Rojo cruzaban el Ebro y sorprendían al ejército franquista ocupando casi 1000km2 en tres días de avance, la aviación republicana «descansaba» plácidamente en Valencia, para desesperación de Rojo; la infantería de marina no se movió de Cartagena; el ejército del centro no hizo ni un disparo. Y se perdió un tiempo precioso. Cuando la aviación hizo su aparición, ya era tarde. El avance republicano fue detenido y empezó la contraofensiva franquista, con toda su abrumadora superioridad material. Tras cuatro meses de combates, en noviembre los republicanos atravesaron el Ebro de nuevo, esta vez en sentido contraria. Y nada podía detener ya la ofensiva franquista sobre Cataluña.
Tras la caída de Cataluña en febrero de 1939, Rojo pasó a Francia, gestionó la entrada de sus tropas y ya no volvió a España
Tras la caída de Cataluña en febrero de 1939, Rojo pasó a Francia, gestionó la entrada de sus tropas y ya no volvió a España. Recaló primero en Argentina, y el estallido de la Guerra Mundial le permitió encontrar trabajo escribiendo artículos militares en varios periódicos. Luego pasó a Bolivia, ganándose la vida como profesor de la Academia militar de Cochabamba. En 1957 regresó a España, pero el resentido Franco violó la promesa de seguridad que su régimen le había dado a Rojo y fue encausado en un consejo de guerra, por auxilio a la rebelión, precisamente por no haberse levantado contra el gobierno legítimamente constituido. La condena fue cadena perpetua, inhabilitación e interdicción civil. La sentencia acompañaba el indulto para la cadena perpetua.
Vicente Rojo, el general Rojo, murió como consecuencia de un enfisema pulmonar el 15 de junio de 1966, en Madrid. Fue enterrado en el cementerio de San Justo.